jueves, 14 de abril de 2011

BAFICI DIA 7, MIERCOLES 13/4


La vida en cuatro actos
Le quattro volte de Michelangelo Frammartino. Competencia internacional, Suiza, Alemania e Italia.
No siempre menos es más, en algunos casos la intención de ello se debe a cierto grado de pretensión barata. En estos tiempos, en los que el realismo parece propagarse en la cinematografía de diversos países, pero que hallan en muchos casos está suerte de universalidad, no confundir con globalización, producto de la atemporalidad y de cierto registro que excede las costumbres, el idioma y la situación contextual.
Le quattro volte sigue a un viejo pastor de cabras en un pequeño pueblo en las montañas, a través de su rutina podemos ver a los secundarios de esta historia: las propias cabras y el perro pastor. La letanía de cada uno de las acciones produce el efecto de observación, todos los momentos tienen su tiempo preciso, es así que un film obtiene su tiempo dentro del tiempo. No existe, aquí, el apresuramiento habitual que se da en el convencionalismo narrativo sino, más bien, los tiempos documentales mandan a los ficcionales.
En el gran plano secuencia de la mitad del film, se da quizás una de las situaciones más tragicómicas de los últimos tiempos, a lo Tatí y sin actores. La fórmula comprende: un perro, un camión, una pendiente y un puñado de cabras. Ya en el segundo acto, asistimos a lo más lineal de la historia, a lo más frontal y duro: el tandem muerte – vida. El viejo muere y a continuación nace una cabra, la posta le es pasada a este animal que se une a todo al centenar de animales. Frammartino, sin temerle al registro documental, sigue a la pequeña cabra, con algunas pequeñas elipsis, desde su nacimiento hasta su aparente joven muerte, luego de perderse del rebaño. Esa muerte derivará en otra vida: la de un árbol.
Cerca del realismo de Jia Zhang Ké, específicamente del de Still Life, el director crea un historia circular, a partir de como la vida, la muerte y la reencarnación comprenden un propio relato circular. El plano inicial muestra una montaña de carbón, que es en lo que se convierte el árbol al final de la historia. Cabe preguntarse si saber estos datos condiciona al espectador, siempre en cualquier obra audiovisual, saber de antemano la historia por completo, condiciona. Aunque en Le quattro volte la belleza, el descubrimiento y la historia están más allá del conocimiento previo, está en la comprensión de cada detalle, de cada pequeñez, de cada paso. En todo eso se halla la posibilidad de disfrute de semejante proeza poética… hasta una hormiga tiene el protagonismo que se merece, a la par del viejo, de las cabras, del perro, del árbol y del carbón.
Le quattro volte, Jueves 14, 13:00 Atlas Sta Fé y Domingo 17, 14:45 Hoyts.

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