viernes, 30 de diciembre de 2011

Crítica - Cine

¿Por qué no?



Un zoológico en casa (We Bought a Zoo)

Benjamin Mee (Matt Damon) cambia por completo su vida: renuncia a su trabajo como redactor en un diario y se muda con sus dos hijos a una propiedad en el campo al sur de California. Dicha propiedad no es una casa cualquiera, es nada menos que un zoológico en estado de abandono, con una gran cantidad de animales y un corto personal. El superobjetivo de Benjamin es abrir nuevamente el Rosemoor Wildlife Park, así se llama el lugar, antes que llegue el verano.

Sin grandes conflictos, esta nueva incursión del melómano Cameron Crowe cabalga a trote narrativo sin grandes ambiciones y con el manual del drama familiar bajo el brazo. Benjamin no la tiene fácil: el emprendimiento no es moco de pavo, sus finanzas están cuesta abajo y su hijo recientemente expulsado de la escuela se le retoba en esta aventura. Tan sólo cuenta con el apoyo de su pequeña hija de seis años, Rosie (otro hallazgo de niño actor por parte de Crowe, recordar Jerry Maguire). La pregunta que se hacen todos, empezando por la directora del zoológico Kelly (Scarlett Johanson) es ¿por qué un tipo sin experiencia en la materia se interesaría en un zoológico quebrado? En esa pregunta radica la mayor inestabilidad del verosímil de la historia. Ajá, pero Hollywood siempre tiene el mismo as bajo la manga: “basada en una historia real”. Así es, esta es la historia de un redactor que de buenas a primeras largó todo y se mandó a la aventura de manejar un predio que alguna vez fue un zoológico. Claro, un corto tiempo después el verdadero Sr. Mee volvió a su antigua profesión por un momento y escribió un libro, intitulado We Bought a Zoo (que traducido significa "compramos un zoológico"), frase que la pequeña Rosie grita un par de veces en la película.

El drama familiar es un género que funciona, casi siempre, cuando se respeta el manual (de Hollywood). No hay malos muy malos (grotescos, tal vez), aquí tan sólo un par de apariciones del inspector que debe dar el visto bueno para la reapertura del lugar. Las relaciones familiares no deben pasar de dos o tres gritos entre madre/padre e hijos, en una sola secuencia se resuelven los problemas de Benjamin y su hijo Dylan. Debe haber también, al menos, una historia de amor y Crowe, especialista en ello, nos da dos. La del protagonista con la directora y la de la tierna country girl que interpreta Elle Fanning (la revelación adolescente del 2011) con Dylan. Aquí, al haber animales, no pueden faltar diversas interacciones y comparaciones entre humanos y animales. ¿Funcionaría esta historia sin estos clichés? Probablemente no.

Lo más interesante de todo es que el director de Elizabethtown -un film que no fue una obra maestra por culpa de Orlando Bloom- logra hacer el film más personal tratándose de un, a priori, encargo ciento por ciento. Crowe incorpora algunos elementos estilísticos de su cine como por ejemplo: 1- la selección musical, en este caso con la yapa de una banda de sonido por parte de Jónsi -lider de la banda islandesa Sigur Ros-, 2- el ritmo para entrelazar románticamente a sus personajes y especialmente la química inquebrantable que tienen sus duplas actorales, fuesen quienes fuesen y 3- nutrirse habitualmente de grandes secundarios, el que descolla, aquí, con apenas un puñadito de escenas  es el mostro de Thomas Haden Church.

El prejuicio que supone pensar en un film con animales y casi nada de maldad narrativa, se disipa instantáneamente gracias a un microclima de personajes bien intencionados y calidez humana (animal también) que nos deja un hilo de esperanza que es posible un mundo mejor, al menos las dos horas que dura esta pequeña gran historia… “¿Por qué no?” diría Benjamin Mee.



Dirección: Cameron Crowe
Guión: Aline Brosh McKenna, Cameron Crowe. Sobre un libro de Benjamin Mee
Fotografía: Rodrigo Prieto
Edición: Mark Livolsi
Música: Jónsi
Interpretes: Matt Damon, Scarlett Johanson, Thomas Haden Church, Colin Ford y Elle Fanning
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2011 
Duración: 124 minutos 

Trailer

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