lunes, 6 de febrero de 2012

Crítica - Cine

Terror oxidado


Penumbra

Los hermanos García Bogliano tienen en su haber casi una decena de films, a diferencia de Penumbra y de Sudor frío (suceso en taquilla el año pasado), sus otros largos se habían consumado gracias a la autofinanciación y a aportes desinteresados. La participación en algunos festivales como Sitges (la meca del género fantástico independiente) y la escalada compu a compu, vía Youtube y otros portales de la Internet, les permitió afianzarse como promesas del género a nivel local. Sudor frío, realizada con un equipo técnico más nutrido en cantidad y calidad les abrió las puertas de las grandes ligas y la posibilidad de realizar inmediatamente su siguiente film.

Penumbra es la historia de una joven española reaccionaria que está necesitada de vender rápidamente un departamento en el lapso de un fin de semana, un grupo de compradores siniestros no aparentan ser lo que parecen y además tienen planes macabros para la propietaria. El juego lumínico está en cada frame sin jugar el rol que promete, es más bien una envoltura y una intención de sentar mosaicos ineludibles del género para construir un clima tenebroso. El gore y el shock visual, de sus primeras películas, están aletargados para darle un lugar central a la construcción climática narrativa. Las historias de edificios o departamentos abandonados han sido una materia prima recurrente, es un buen pie para arrancar y tejer el hilado de posibilidades que brinda la imaginación cinematográfica. Los Bogliano son algo precoces, su cine siempre termina despidiendo anticipadamente lo que debería amoldarse con algo más de paciencia y precisión, es decir, prefieren eliminar a un personaje de la manera más sangrienta y explicita posible que darle un sentido dramático

Los diálogos que sobran y que están mal escritos patean en contra de esa masa climática espesa que se intenta propagar, no hay una estructura solida narrativa  que soporte esa falencia grave que es tener diálogos malos y por sobre todo poco creíbles, como todo ese vericueto de la inmobiliaria y la protagonista. Así y todo lo que más irrita, descontando a la actriz principal, es el moho que corroe en todo el producto: los arcos dramáticos, las sucesiones y los giros están oxidados porque representan un modo de hacer esquematico, es decir, se intenta calcar unos originales, no con mala intención sino para cubrir lo que no se tiene a partir de formulas ya utilizadas y reutilizadas, es inevitable pensar en Repulsión o El inquilino, por nombrar dos ejemplos. 

El terror de Penumbra es amoldado, apretado contra el envase de lo ya hecho y mejor ejecutado en cualquier otro film sobre este eje temático. Su apuesta está en lo que se ve y descuida lo narrativo, que es lo fundamental para hacer funcionar una historia. El susto -esa sensación que no debe faltar en el terror- llega a los palazos narrativos, a mero efecto de sonido o de falsa sorpresa. Para un párrafo larguísimo daría analizar las pésimas actuaciones, por ejemplo la de Camila Bordonaba, de la que hay que hacer un esfuerzo muy grande para creerle algo que salga de su boca, ni hablar de sus gestos prefabricados que parecen extraídos de teatro for dummies.

Los embajadores argentinos de la porno tortura en el terror se calzan un traje de tres piezas que no les va, no es su talla y que se ve a la legua la incomodidad que les provoca aguantarse contra el pecho todo el sadismo que suelen desperdigar. Hacia el último tramo de esta mansedumbre y somnolienta historia se desata a las fieras, pero ya el tanque aduce falta de combustible, la nafta presupuestada ya fue consumida. Y como resultado no queda ni susto, ni terror, ni historia bien llevada, tan sólo otra mancha negra en la mediocre lista de películas del terror nacional.



Guión y Dirección: Adrián y Ramiro García Bogliano
Fotografía: Ernesto Herrera
Edición: Hernán Moyano
Música: Martín Jurado
Interpretes: Cristina Brondo, Camila Bordonaba, Berta Muñíz y Mirella Pascual
Nacionalidad y año: Argentina - 2012
Duración: 85 minutos


Trailer 

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