domingo, 18 de noviembre de 2012

Cine - Crítica

Una de Sam Mendes


Operación Skyfall (Skyfall)
por José Tripodero

Es así, esta nueva entrega de la saga Bond es más una de Sam Mendes -el sobrevalorado director de Belleza Americana- que una del mítico espía inglés. Durante más de cincuenta años la saga se construyó a partir de la figura del personaje creado por Ian Fleming y siempre el director de turno era alguién quién coordinaba y manejaba los hilos pero desde atrás del telón, es decir siempre al servicio de la saga y no del ego. Incluso los actores (que se hicieron famosos luego de interpretar a Bond, desde Connery a Craig ninguno poseía alguna clase de popularidad) fueron pasando pero el espía-mito construido siempre conservaba el status y el saco para dejarle la posta al próximo intérprete.  

Hay también en Operación Skyfall una suerte de desprecio por la historia, en una escena el nuevo, joven y pasado de canchero Q (Ben Whinshaw)  le da a Bond una pistola, este se le queda mirando fijamente como si esperara el remate; es decir cuál es el dispositivo tecnológico que esconde ese disfraz de pistola y Q le responde: "¿Qué esperabas? Ya no hacemos esas cosas". Mendes tiene la clara intención de reinventar la saga, mantiene sí las cualidades de Bond sin embargo busca romper con el cliché de villanos poseedores de ambiciones estrafalarias y grandilocuentes, en este punto Operación Skyfall desnuda sus ganas de ser una reboot porque Silva (Javier Bardem), el malvado de turno, es un agente del caos que, aparentemente, no tiene otro objetivo que la destrucción masiva sin sentido y necesita un complementario, ese es Bond quien sale del ostracismo, más aún queda en evidencia estas ganas de ser un grado 0 cuando Bond responde “Resucitar” a la pregunta de Silva "¿Cuál es tu hobby?". Las similitudes con el Joker de Heath Ledger no son arbitrarias porque Mendes busca plantear un contexto similar al de The Dark Knight, sólo falta alguien que encienda la mecha para que todo estalle, eso es lo que parece decir el director a través de su villano y Bardem además hace todo lo posible para que la comparación surja, sumado a ciertos deslices del relato como la escena en la que  se hace arrestar, ni hablar del solemne montaje paralelo con el discurso en off de M (Judi Dench).

Después de Quantum of Solace, la secuela del verdadero reboot: Casino Royale, era difícil pensar que una nueva película de Bond podría tener escenas de acción anodinas o mal filmadas (sólo el desastre de Marc Forster lo pudo hacer), en el caso de esta tercera parte de la micro-saga del Bond que encarna Craig las escenas de acción son simplemente un accesorio aburrido y los pocos momentos gratificantes dejan servida la tentación de atribuírselos al gran fotógrafo Roger Deakins. Mendes sólo usa la acción como puente para la narración que intenta imponer, sus intenciones como se dijo más arriba, reordenar el universo Bond a base de una demolición de todos los elementos que elucubraron este mito viviente de la saga más longeva, algo de lo que el director de turno hace un bollito para empezar a escribir en un papel en blanco.

 

Dirección: Sam Mendes   
Guión: Neil Purvis, Robert Wade y John Logan
Fotografía: Roger Deakins
Edición: Stuart Baird
Música: Thomas Newman
Intérpretes: Daniel Craig, Judi Dench, Javier Bardem, Ralph Fiennes y Ben Whishaw
Nacionalidad y año: Inglaterra, EE.UU - 2012
Duración: 142 minutos 


Trailer

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