Operación Skyfall (Skyfall)
por José Tripodero
Es así, esta nueva entrega de la saga Bond es más una de Sam
Mendes -el sobrevalorado director de Belleza
Americana- que una del mítico espía inglés. Durante más de cincuenta años
la saga se construyó a partir de la figura del personaje creado por Ian Fleming
y siempre el director de turno era alguién quién coordinaba y manejaba los
hilos pero desde atrás del telón, es decir siempre al servicio de la saga y no del ego. Incluso los actores (que se hicieron famosos
luego de interpretar a Bond, desde Connery a Craig ninguno poseía alguna clase
de popularidad) fueron pasando pero el espía-mito construido siempre conservaba
el status y el saco para dejarle la posta al próximo intérprete.
Hay también en Operación
Skyfall una suerte de desprecio por la historia, en una escena el nuevo,
joven y pasado de canchero Q (Ben Whinshaw) le da a Bond una pistola, este se le queda
mirando fijamente como si esperara el remate; es decir cuál es el dispositivo
tecnológico que esconde ese disfraz de pistola y Q le responde: "¿Qué esperabas?
Ya no hacemos esas cosas". Mendes tiene la clara intención de reinventar
la saga, mantiene sí las cualidades de Bond sin embargo busca romper con el cliché de villanos poseedores de ambiciones estrafalarias y grandilocuentes, en este
punto Operación Skyfall desnuda sus ganas de ser una reboot porque Silva
(Javier Bardem), el malvado de turno, es un agente del caos que, aparentemente, no tiene otro objetivo que la destrucción masiva sin sentido y necesita un
complementario, ese es Bond quien sale del ostracismo, más aún queda en
evidencia estas ganas de ser un grado 0 cuando Bond responde “Resucitar” a la
pregunta de Silva "¿Cuál es tu hobby?". Las similitudes con el Joker de
Heath Ledger no son arbitrarias porque Mendes busca plantear un contexto
similar al de The Dark Knight, sólo
falta alguien que encienda la mecha para que todo estalle, eso es lo que parece
decir el director a través de su villano y Bardem además hace todo lo posible
para que la comparación surja, sumado a ciertos deslices del relato como la
escena en la que se hace arrestar, ni
hablar del solemne montaje paralelo con el discurso en off de M (Judi Dench).
Después de Quantum of
Solace, la secuela del verdadero reboot:
Casino Royale, era difícil pensar que
una nueva película de Bond podría tener escenas de acción anodinas o mal
filmadas (sólo el desastre de Marc Forster lo pudo hacer), en el caso de esta
tercera parte de la micro-saga del Bond que encarna Craig las escenas de acción
son simplemente un accesorio aburrido y los pocos momentos gratificantes dejan
servida la tentación de atribuírselos al gran fotógrafo Roger Deakins. Mendes
sólo usa la acción como puente para la narración que intenta imponer, sus
intenciones como se dijo más arriba, reordenar el universo Bond a base de
una demolición de todos los elementos que elucubraron este mito viviente de la
saga más longeva, algo de lo que el director de turno hace un bollito para
empezar a escribir en un papel en blanco.
Dirección: Sam Mendes
Guión: Neil Purvis, Robert Wade y John Logan
Fotografía: Roger Deakins
Edición: Stuart Baird
Música: Thomas NewmanIntérpretes: Daniel Craig, Judi Dench, Javier Bardem, Ralph Fiennes y Ben Whishaw
Nacionalidad y año: Inglaterra, EE.UU - 2012
Duración: 142 minutos
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