jueves, 17 de enero de 2013

Cine - Crítica

Maldita seguridad 
por José Tripodero

Tesis sobre un homicidio

- se revelan algunos detalles de la trama -

Dirección: Hernán Golfrid 
Guión: Patricio Vega sobre la novela del mismo nombre de Diego Paszkowski 
Intérpretes: Ricardo Darín, Alberto Ammann, Calu Rivero, Arturo Puig, Fabián Arenillas y Antonio Ugo
Fotografía: Rodrigo Pulpeiro
Montaje: Pablo Barbieri Carrera
Música: Sergio Moure
Nacionalidad y año: Argentina, España - 2012
Duración: 110'

Al igual que dos películas protagonizadas, también, por Ricardo Darín como son El secreto de sus ojos y La señal (la cual, además, co-dirigió), Tesis sobre un homicidio arranca por la mitad o bien avanzada la historia. En las tres películas el personaje (siempre Darín) está en un punto de no retorno, en la primera de las películas parece que sí porque ya jubilado, busca sacar frutos de su trabajo en el Poder Judicial para escribir una novela sobre un caso no resuelto, en la segunda lo vemos transpirado dentro de un baño mirándose al espejo con preocupación y aquí, Roberto Bermúdez (un prestigioso hombre de derecho, Darín quién más) duerme en un sillón, en el medio de un escenario que parece un paisaje después de la batalla; todos sus libros, expedientes, fotos y demás adornos están desperdigados por su lujoso departamento. En los tres casos el orden del relato nos transporta a un principio, para conocer de qué manera el personaje alcanzó ese estadio del que no tiene chances de volver al punto de inicio, a un estado de equilibrio. 


En El secreto de sus ojos el ordenamiento de las piezas, es decir el relato, tenía una razón de ser porque la historia proponía, desde la estructura, una vuelta de tuerca que tiraba por la borda todos los principios del protagonista, lo ponía de verdad en un punto de no retorno. En La señal se vuelve al inicio sin mucho sentido, es tan sólo un desorden de los acontecimientos que tiene más un sentido estético para no decir arbitrario, sí está claro que el detective ya cruzó todas las barreras posibles. Lo mismo sucede en Tesis..., ese comienzo que tiene a nuestro héroe tirado parece más una arbitrariedad, no alcanza ese mismo efecto que percibimos en el primer minuto una vez que el relato se arma con principio, desarrollo y fin, porque si bien es el punto de partida del desbande de Bermúdez, su obsesión tiene un tiro corto, no levanta vuelo en lo que resta del film y acaba abruptamente, en un final que por la forma pretende dejar suspenso pero, como dice el protagonista: "todo está en los detalles" para descubrirlo. Esos detalles son los que precisamente atentan contra la buena intención, de la mayoría, de los intentos del Cine Argentino por hacer género.

El género, como fenómeno, es la cobija del espectador (a veces también del realizador) que se halla seguro ante una historia, eso es lo que persiguió al director Hernán Goldfrid en su segunda película. Se percibe un miedo por salirse del eje clásico de las piezas que conforman la estructura genérica, de ahí que sus personajes secundarios son simples accesorios móviles en función de lo único que parece interesar: quién fue el asesino. Los personajes de Arturo Puig, Fabián Arenillas y Antonio Ugo (recientemente fallecido) sólo tienen un puñado de intervenciones, por cierto sólidas, pero sin peso porque sólo cumplen, están para asistir a nuestro investigador de turno que es Bermúdez, que se puede interpretar como una colaboración con la estrella que es Darín; el número diez, el jugador que sostiene al equipo. El secundario con más desarrollo es el de la hermana de la víctima (Calu Rivero, en su debut cinematográfico), a quién Bermúdez contacta e intenta utilizar para resolver el misterio.

El crimen es lo de menos, sin embargo se le da un espacio que no merece al hincar permanentemente en los detalles obsoletos: que la víctima fue cortada con un cuchillo Tramontina, que el asesino usó formol o que dejó uno de los guantes de látex en la escena del crimen. El móvil del protagonista, es decir el camino iniciado para investigar el hecho por su cuenta, parte de una debilidad; que el cuerpo de una joven fue dejado en el estacionamiento de la Facultad de Derecho frente a la ventana del aula dónde dictaba su seminario y que el sospechoso, según el propio Bermúdez, es uno de sus alumnos (el español Alberto Ammann) con quien entabla una suerte de disputa personal, otra de las puntas para explicar su obsesión. Lo que lleva al fracaso a nuestro investigador, inevitable en el género detectivesco cualquiera sea su soporte, es su propia teoría sobre hacerle caso a los detalles para resolver cualquier caso, ya que los detalles son los que derrumban y tanto hincapié se hace en esta particularidad que el concepto de tesis nunca se plantea, no hay una explicación que no pase de una mera charla de café (o whisky), por lo tanto cualquier teoría planteada se disipa. 

En el transcurrir hallamos, nuevamente, una posibilidad desperdiciada, en dos oportunidades se hace referencia al “caso Latorre”, como un error en la carrera de Bermúdez que parece haber traído alguna consecuencia grave, sin embargo nunca se profundiza, solamente se menciona, como si esto fuese suficiente para entender que estamos en presencia de un obsesivo de la "justicia" y que por tal motivo el asesinato a unos metros de su aula es un excusa perfecta para volver al ruedo. 

Tesis… es una pretensión de ser una variante de El secreto de sus ojos, la que también se inmiscuía en el mundo judicial pero a diferencia del film de Campanella, aquí Goldfrid prefiere la seguridad de su estructura que el riesgo, por ejemplo como ya se dijo a dejar volar a sus personajes o a su puesta de cámara, como sucede en la escena en la que Bermúdez busca algo desesperadamente y en forma proporcional la cámara lo sigue girando a 360º, una escena que recuerda a otra de la brillante Blow Out (intitulada aquí El sonido de la muerte), en la que el personaje de John Travolta (un sonidista) ponía su estudio patas para arriba en busca de una cinta, claro esa película es de Brian de Palma, un director que maneja el género como pocos y que se arriesga también… como pocos.




Trailer

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