por José Tripodero
Dirección: Jee Woon-Kim
Guión: Andrew Knauer
Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, Forest Whitaker, Johnny Knoxville, Jaimie Alexander, Luis Guzmán y Peter Stormare
Fotografía: Ji-Young Kim
Montaje: Steven Kemper
Música: Mowg
Música: Mowg
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2013, Duración: 107'
En Los Indestructibles 2 del 2012 había una redundancia en la autoparodia, clave que se potenciaba al incorporar más ex-astros del cine de acción ochentoso, como por ejemplo Chuck Norris. Allí en forma permanente se pretendía enviar un mensaje de "me rió de mí mismo, reíte conmigo", como si de verdad hiciera falta. El 2013 es el año del desempeño individual de alguno de estos íconos del género después de aparecer en conjunto, Arnold Schwarzenegger es el primero en ponerse a prueba, especialmente por volver a un protagónico después de diez años. Lo cierto es que Arnie se la banca con sus seis décadas y media a cuestas; dispara armas de guerra, cae de techos, atraviesa ventanas y lucha cuerpo a cuerpo con malos que tienen la mitad de su edad.
El último desafío es una suerte de reversión del western A la hora señalada, porque Gabriel
Cortez (Eduardo Noriega), un narco muy famoso ha escapado espectacularmente de
las manos de un convoy del FBI, su plan es llegar a México vía un último pueblito
estadounidense antes de la frontera donde lo esperan un grupo de mercenarios y
también Arnie con todas las de perder porque cuenta con tan sólo dos oficiales,
un joven presidiario ex-militar y el loquito del pueblo adepto a todo tipo de
armas.
El tono lúdico
sumado a la autoconciencia, esto último como requisito infaltable de estos tiempos, permite
que muchos clichés y lugares comunes sean pasados por alto. Es la cara opuesta
de las peores películas del ex-gobernador de California, esas en las que con
mucha seriedad aparecía el peor maniqueísmo hollywoodense que dividía aguas
entre la supuesta civilización (EE.UU.) y la barbarie más infernal (el mundo
fuera de los EE.UU.), que es lo que ocurría en Daño colateral del 2002. Es más, aquí hay un elenco nutrido de latinos, del que
desentona bastante el español Eduardo Noriega, quien sobrepasa la línea de la caricatura y
construye un villano inverosímil, incluso para este tipo de productos, en los que vale casi todo. Los
laderos del sheriff, que le aportan humor a las balaceras circunstanciales, son
los que soportan el peso actoral, como así también el mejor de los mercenarios interpretado por el siempre sobrio Peter Stormare.
El
entrecruzamiento de géneros es lo que mejor complementa a la clave lúdica, como
decíamos el western se huele, no sólo por el contexto polvoriento que representa
la frontera ente EE.UU y México sino también por la gran batalla final en la
que surgen características evidentes: los francotiradores en los techos, el
reto a duelo, el ambiente de pueblo fantasma y el uso de algunas armas alusivas
al género. La mutación de los géneros, que puede entenderse como hibridación,
es algo de lo que entiende muy bien el director Kim Jee-Woon, responsable de la
exitosa The Good, the Bad and the Weird
y de otras menos conocidas pero igualmente destacables como A Tale of Two Sisters o A Bittersweet Life. Hay dejos de su cine
más autoral en marcas formales como los zooms en la mencionada batalla final.
Los
momentos más tibios son los que corresponden a la sub-historia del operativo
fallido del FBI y la búsqueda del traidor puertas adentro, especialmente porque
Forest Whitaker está en un modo más automático que en cualquiera de sus
composiciones por encargo. Tampoco colabora la otra sub-historia, la del personaje de la agente que interpreta Génesis Rodríguez (sí, la hija
del Puma José Luís) porque no tiene peso alguno. Poco importa, ya que El último desafío cumple con aquello que
esperamos que sea previsible en un film de Arnold Schwarzenegger y sorprende,
un poquito al menos, con el tono en el que se inscribe. Es, en definitiva, un
nuevo placer culposo que sumamos a la lista, en la cual podemos encontrar
varias del actor de Terminator.
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