miércoles, 17 de abril de 2013

[15] BAFICI Día 7 - Crítica

Mujer lobo (Vanguardia y género)

Dirección: Tamae Garateguy
Guión: Diego A. Fleischer
Fotografía: Pigu Gómez
Montaje: Catalina Rincón
MúsicaSami Buccella
Intérpretes: Mónica Laraina, Guadalupe Docampo, Luján Ariza y Edgardo Castro 
Nacionalidad y año: Argentina - 2013 Duración: 93'

A veces la sincronización temporal de los estrenos (o al menos la salida al público) de dos films con similares estructuras temáticas y formales hace que la comparación sea inevitable. Mala de Adrián Caetano se estrenó comercialmente hace un par de meses, su historia, la de una asesina a sueldo (escindida en representaciones de tres actrices) mataba, además, por venganza a hombres que maltrataban a mujeres. Tamae Garateguy, de la misma manera, pone en escena a una asesina de hombres representada por tres mujeres distintas, su motivación no es la venganza ni el dinero sino la sed casi animal, de ahí el título del film un sintagma que define perfectamente a la protagonista.
En las diferencias entre ambas películas puede hallarse el porqué de la victoria de la directora de Pompeya en esta suerte de batalla comparativa, porque su historia es desgarbada y eléctrica como la música que la contornea; bien punk y desenfrenada. Porque hay, además, una aceptación del estilo clase B y de la desmesura, a pesar de mantenerse a raya del género policial. Mujer lobo se oxigena con las formas, primero de la puesta de cámara en el aprovechamiento de la iconografía porteña: el subte -por sobre todo-, tugurios de rock de mala muerte como el Salón Pueyrredón, la calle Corrientes, la peatonal Florida, el barrio de Parque Chas, etc. Segundo, la forma de los cuerpos femeninos que aparecen en todas las posiciones y tamaños pero no para calentar sino para mostrar un halo de desfachatez bien habida. No es arbitrario que las escenas de sexo tengan mucho tiempo muerto (del tipo que no se ve en ninguna película) y también son torpes, bellamente feas y a los hombres se los ve acabar en pocos segundos sumado a la necesidad de masturbarse para lograr una erección.

La búsqueda de lo carnal no se evidencia en lo explícito de los asesinatos sino en la satisfacción encarnizada si se quiere, luego de las muertes. El gore, como consecuencia de lo anterior queda suspendido en la atmósfera de la historia, la necesidad está saciada y no necesita de lo explícito. El pulso de Garateguy es firme para el género y suelto para el desborde formal, por eso es que tampoco falta el humor dentro de la ebullición perversa que se que desata ya desde el primer plano, fijo y largo en el que la protagonista (Mónica Laraina, la versión más animal de la asesina) está sometida y atada, nada más en las antípodas de lo que sigue en la casi hora y media restante.

José Tripodero
Funciones: 21 de abril 22:55 hs Arte Multiplex Belgrano 

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