Un poco de tedio francés
por José Tripodero
por José Tripodero
Dirección: Frédéric Beigdeber
Guión: Frédéric Beigdeber, Christoph Turpin, Giles Verdani
Fotografía: Yves Cape
Montaje: Stan Collet
Música: Martin Rappenau
Intérpretes: Louise Bourgoin, Gaspar Proust, Joey Starr, Valérie Lemercier
Nacionalidad y año: Francia, Bélgica 2011 Duración: 94'
"El amor dura tres años" dice el protagonista, un crítico literario que da
una imagen bastante creíble de un perdedor nato. Ese patetismo que muchos
llevan con orgullo y del que hacen un culto, para peor es una característica
seductora que ocasionalmente tiene éxito con las mujeres, es lo que convierte a
este crítico en un escritor de best sellers. Su libro, que lleva el título del
film, plantea una tesis -al menos lo intenta- que el amor tiene un tiempo
límite. Esa impresión, que podría ser producto de la calentura por el final de
su matrimonio, se amplifica y provoca
que la historia pierda de vista la tesis inicial. El pobre diablo en simultáneo
-además de pegar el éxito con su debut- se enamora de una chica que odia la
novela por misógina, aunque desconoce que él es el autor porque está publicada
bajo un seudónimo.
Que el protagonista rompa la
cuarta pared en la primera década del siglo XXI en una búsqueda patética –como su
forma de ser- de complicidad con el espectador, que sus amigos sean igual de
salames que él, que cada acción iniciada tenga la etiqueta de “fracaso”, que
los chistes atrasen varias décadas, que la química entre el chico-chica no
funcione ni de casualidad, que el protagonista –además de todo lo mencionado-
juegue el rol de “pobrecito yo como me apalean las mujeres con su locura” a lo
Adrián Suar en Un novio para mi mujer,
que las actuaciones –a excepción de Valérie Lemercier- sean terribles entre
otros yerros hacen que una premisa tan simple se transforme en un tedio
insufrible. Si en una comedia, que se cree canchera ya desde la idea del amor
en términos materiales y limitados en el tiempo, disfrutamos de los pifies del
protagonista y además queremos que le vaya mal, es que algo funciona a
contracorriente de lo intencionado por el director.
Uno de los argumentos más pobres
para ilustrar el amor, entre dos personas como perecedero, es un registro de
una entrevista a Charles Bukowski, que aparece antes de los títulos, en la que
metaforiza al aire una idea sobre lo efímero que es el amor. El problema no es
que esto sea cierto o no, o que no hayan argumentos suficientes para tomar
posiciones sino el tono desidioso que atraviesa los diferentes pasajes del
film. La intención que tiene el director Frédéric Beigdeber es teñir su comedia
de seria, no sólo por el intento legitimador de su propia idea en la cita
inicial de Bukowski, sino también por el devenir de su protagonista que parece
alcanzar un punto de no retorno, en el que debe ceder y someterse al amor (o a
la calentura, que para el tipejo este es lo mismo) sin importar semejante
pavada que no sólo no resiste una tesis (más o menos seria) sino tampoco
noventa minutos de una película, que encima se cree canchera y divertida.
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