miércoles, 5 de marzo de 2014

Cine - Crítica

Boring thriller: un thriller aburrido
por José Tripodero

Non-Stop: Sin Escalas (Non Stop) 

Dirección: Jaume Collet Serrá
Guión: John W. Richardson, Christopher Roach, Ryan Engle
Fotografía: Flavio Martínez Labiano 
Montaje: Jim May
Música: John Ottman
Intérpretes: Liam Neeson, Julianne Moore, Michelle Dockery, Scoot McNairy, Nate Parker
Nacionalidad y año: Estados Unidos, Reino Unido, Francia - 2014 Duración: 118'

El catalán Jaume Collet Serrá no entiende de arquitectura visual o de cómo planificar una estrategia de sus imágenes en función de las historias bien genéricas que suele contar. El título bilingüe de Non-Stop: Sin Escalas es la pieza díptica de su asociación con Liam Neeson, luego de Desconocido, un thriller que transcurría en Berlín sobre un médico que buscaba recuperar su identidad; mezcla de la saga Bourne, Hitchcock y algo del más reciente cine francés industrial de acción. En el medio de ese menjunje, está “el querer ser” de este director, si algo caracterizaba al maestro del suspenso era la simpleza y la ausencia de subrayados en sus imágenes. En el mero inicio, Collet-Serrá recurre a la acentuación del ralentí y el plano detalle: combinación explosiva para un punto de partida que resulta cansino, como si un jugador de fútbol se cansara en el primer pique para correr una pelota. Neeson levanta un vaso de café, le pone algo de alcohol y piensa, mientras despega un avión por el fondo del cuadro previo pan focus remarcado, en el tiempo que se toma Collet-Serrá para unir estas situaciones probablemente otro director, por ejemplo Walter Hill, hubiera depositado en el primer minuto al protagonista, al menos, en el aeropuerto. Hay tiempo, parece decir el director de la remake de La Casa de Cera (recordaran probablemente la brillante actuación de Paris Hilton) y pasea al protagonista que da pantallazos visuales de otros personajes que serán importantes y no caminantes circunstanciales.

El tratamiento para nada sutil se repetirá un varias veces, por ejemplo en un plano detalle bien centrado en la placa de agente federal que deja Neeson a un costado del baño del avión (para que el espectador sepa quién es el “misterioso” personaje), mientras fuma a las escondidas y sigue pensando como al inicio. Lo que sigue en el relato es producto de culpas compartidas, ya no sólo involucra al director sino a un séquito de guionistas que entre todos elucubraron ideas deglutidas y hasta regurgitadas en otras películas de la clase de tipo encerrado en un espacio, extorsionado y con un tiempo límite para cumplir las demanda. Alguna de esas ideas son las clásicas del suspenso: el falso sospechoso, la falsa resolución anticipada, la paranoia que se recarga en el protagonista y el espacio que juega una función dramática fundamental, entre varias otras.

Non-Stop: Sin Escalas, también, opera como film de acción post 11-S, esta era en la que ya no es necesario trabajar sobre los temas relacionados a la búsqueda de los autores materiales o intelectuales de ese atentado (el cierre ya lo dio Kathryn Bigelow en la maravilla La Noche Más Oscura) sino que, como ha pasado otras veces en el cine estadounidense, es necesario poner en tela de juicio los sistemas internos; el funcionamiento de los mecanismos de seguridad preventivos pero claro, cuando llega el momento de tomar un camino, hay dos alternativas: una es cuestionar realmente eso que se cree fallido o utilizar todos los dispositivos que los géneros proveen para realzar propagandísticamente el sistema, o sea dejar de lado el cuestionamiento inicial. Los picos flacos de tensión y la cadencia pesada de un relato que avanza a los ponchazos y con el ceño fruncido de una seriedad inalterable para la pavada que se relata, a lo en casi dos horas muy largas, hacen que la mirada sobre el móvil de los malos eclipse a todo el engranaje que este thriller aburrido propone.


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