Fin de fiesta Una nueva edición del BAFICI se fue, pero lo que da para la reflexión, especialmente por el promisorio panorama mundial –aunque también por el pauperrimo desempeño de los films de la competencia argentina- y la búsqueda de nuevas luces para el incierto futuro de la categoría "cine independiente". 400 películas han sido más que un número considerable para analizar la actualidad cinematográfica global. Es digno de destacar, también, la calidad de las visitas internacionales desde el maestro japonés Kijú Yoshida, Tine Fischer (directora del Festival de Cine Documental de Copenhague), Patricio Gúzman hasta la visita de "La bestia" Santiago Segura.
Sin haber podido ver todo, el número de películas proyectadas lo hace imposible, es necesario resaltar la calidad de buena a muy buena que tuvo la competencia internacional con tres títulos sobresalientes: Le quattro volte de Michelangelo Frammartino, El estudiante de Santiago Mitre y la finalmente ganadora Qu'ils reposent en révolte (Des figures de guerre) opera prima de Sylvain George. Los demás títulos, a excepción de Os Mostros y A espada e rosa que fueron lamentables, mantuvieron un nivel aceptable y perfectamente perfectibles de figurar en cualquier grilla festivalera.
El BAFICI 2011, ya van 13 ediciones, mostró una calidad de viejos tiempos, no sólo en la mencionada competencia internacional sino también en funciones especiales, retrospectivas como la del casi desconocido director japonés Kiju Yoshida, presente en el festival y con libro editado por el festival incluido. Además de otras dedicadas por ejemplo al gran director Patricio Guzman, chileno pero de larga vida profesional en Francia, se incluyó además su más reciente obra: Nostalgia de la luz. No faltó la habitual sección nocturna, donde se vieron lo último de Takashi Miike (13 assassins). un film de vampiros franceses con Le Meutte y una de ninjas noruegos, llamado claro está, Un
ninja noruego.
La mancha negra ha sido la sección argentina, en la que se pudo ver un panorama preocupante en torno a cineastas emergentes. Competencia que se destinó en su momento para fortalecer la producción nacional del año anterior, que en esta edición ha mostrado un nivel de regular a penoso, con una única salvación Novias, Madrinas, 15 años de los hermanos Levy. Este pequeño documental, en cuanto tiempo e historia, llegó y se metió casi por la ventana del festival, hallado por uno de los programadores y pasado, con los días contados, a HD, se transformó en la sorpresa grata de la competencia, a pesar de no haberse llevado ningún premio más que el del público que la votó como mejor film de la sección.
La carrera del animal, ganadora argentina, es un ejemplo claro de lo que fue la competencia nacional. Junto con Ostende y Enero, el film de Nicolás Grosso dejó en evidencia que el criterio buscado por los programadores ha sido el film de estudiante, el experimento de áquel joven que busca contar una historia pero que la dispersión, mediante un entusiasmo exacerbado, se apodera de todos los aspectos del lenguaje y transforma lo que puede ser una gran idea en tan sólo un ejercicio, en el mejor de los casos. Lo curioso de la cuestión, es que tanto Ostende como La carrera del animal son producciones sustentadas por la Universidad del Cine, conocida es la conexión entre los programadores y esa famosa (y costosa) escuela del barrio de San Telmo. Más curioso es aún, que un jurado de lujo presidido por Tine Fischer, directora del Festival de Cine Documental de Copenhague, haya tenido que soportar tantas horas de vuelo para ver día, tras días durante casi dos semanas, meros ejemplos de experimentación universitaria. La Universidad del Cine posee los recursos suficientes para realizar muestras, puertas adentro, y traer personalidades para que vean el trabajo realizado por sus alumnos sin la necesidad de tomar una sección para réditos propios.
El festival de cine de Buenos Aires, vuelve a sus mejores tiempos (los de Quintín), en los que no se sonrojaba por proyectar films de gran calidad sin importar la procedencia, en cuanto clase (comercial, experimental, indie, etc.) o films que se estrenaban, poco tiempo despúes, en el circuito comercial. Bienvenida la cantidad, este humilde redactor insiste, 430 películas es un delirio, pero... pero con diversidad, como la que hubo este año, es un detalle a omitir en el recuerdo.
Para el final una lista (infaltable) de lo mejor y lo peor:
1. Le quattro volte de Michaelangelo Frammartino (Italia). Competencia internacional.
2. Vaquero de Juan Minujín (Argentina). Función Apertura.
3. El estudiante de Santiago Mitre (Argentina). Competencia internacional.
4. Meek's Cutoff de Kelly Reichardt (EE.UU. - Canadá). Trayectorias.
5. A Letter to Elia de Martin Scorsese y Kent Jones (EE.UU.). Diálogos.
Lo peor:
1. Enero de Cynthia Gabrenja y Marcelo Scoccia (Argentina). Competencia argentina.
2. La carrera del animal de Nicolás Grosso (Argentina). Competencia argentina.
Mención especial:
Ostende de Laura Citarella (Argentina). Competencia argentina.
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