viernes, 10 de febrero de 2012

Crítica - Cine

La vida es una contradicción
 

Los descendientes (The Descendants)

*** SE REVELA UN DETALLE DEL FINAL DE LA HISTORIA ***

En las películas de Alexander Payne - el más mainstream de los directores independientes estadounidenses- siempre hay un hombre maduro que vive una crisis. En La elección un gris profesor secundario comete un par de errores garrafales que le convierten en un paria e inevitablemente lo conducen a renacer y empezar de cero. Jack Nicholson en El Sr. Schmidt era un hombre recién retirado como actuario, que siempre tuvo su brújula estable hasta que su mujer falleció poco antes del casamiento de su única hija, a la que debe recurrir como único salvavidas posible para continuar su vida. En Entre copas nuevamente nos situaba en un viaje pero de dos amigos, uno de ellos un aspirante a escritor y experto somelier, el otro un "pirata" que parecía haber sentado cabeza al encontrar a una mujer con la que se iría a casar después de ese viaje. Finalmente nos encontramos en tiempo actual con Los descendientes, otro hombre en crisis pero con un agregado: la agonía, la espera en el limbo, ese lugar intermedio entre un estado y otro.

El estado inconcluso tiene que ver con el coma profundo en el que se encuentra la esposa de Matt King (George Clooney), un abogado que trabaja más para estar ocupado que por necesidad, ya que es el heredero de un fideicomiso multimillonario de las últimas tierras vírgenes de Hawai, las cuales tienen varios empresarios pretendientes con el fin de construir de todo, menos preservar la naturaleza. A Matt el mundo se le pone patas para arriba, no por el sólo hecho de tener a sus mujer en un estado casi vegetativo, sino porque el accidente es la punta de lanza para comenzar una verdadera relación con sus hijas. Mientras en la primera escena vemos a la mujer disfrutar de su paseo en lancha, segundos antes del accidente que la dejó en coma, en la escena siguiente su marido ya está castigándose por no haber sido un buen esposo y al mismo tiempo prometiéndole que cambiará si despierta, todo mientras la contempla en la habitación del hospital.

El personaje se halla en un pozo de estupefacción, como si recién hubieran nacido sus hijas, no tiene una pizca de idea de cómo enfrentarlas. En primer lugar, con la más pequeña debe lidiar con su "violencia artística” y su álbum de fotos en coma de su madre, uno de los puntos tragicómicos más altos del film. En un nivel superior, está su joven hija Alexandra (Shailene Woodley) que está en una especie de internado en otra isla de Hawai, la joven es el personaje más sanguíneo y más eléctrico de todos. En la historia hay un par de viajes entre los archipiélagos, lo que permite conocer colateralmente a la narración mucho de la cultura y ciertos aspectos interesantes de ese lugar tan lejano para los latinoamericanos. El encuentro con Alexandra es más hostil y el acercamiento entre ambos avanza y se estanca incesantemente sin ser una relación estable. Por un lado Matt necesita un "reemplazo" de su mujer en lo cotidiano y por el otro Alex tiene un secreto, que es el verdadero motor del crecimiento de todos los personajes y el propulsor de los viajes para tratar de indagar el epicentro del secreto. Eso no revelado, es nada menos que una infidelidad de la esposa de Matt, allí nace el verdadero tema de Los descendientes: la contradicción.

Todos los seres humanos poseemos como innato la contradicción, en el protagonista está en esa frase de "prometo que seré un buen esposo" y después de la noticia de la infidelidad, le confiesa a su mujer, en una de sus varias visitas al hospital: "yo te iba a pedir el divorcio antes". Ese comportamiento como consecuencia de sucesos inesperados son los que derivan en reacciones igual de inesperadas, como la de Matt de viajar, nuevamente a través del archipiélago  para encontrar al "amante".  La contradicción también está en la otra cuestión que revolotea por la cabeza del pobre hombre y que es lo mencionado sobre si vender o no vender las tierras de la familia. Él posee argumentos sólidos para inclinarse por un lado o por otro y además los dice en voz alta para autoconvencerse.

La infidelidad es otro tema recurrente en Payne, todos sus personajes masculinos anteriores han cometido o sufrido el adulterio. Sin embargo, aquí la infidelidad es tratada como un copiloto de la oposición de expresiones que se chocan, ese decir de una forma que después es su antípoda, que a veces puede tener un fundamento, otras veces no. Los descendientes más allá de no ser film que tenga por objetivo llevar la trama al puerto del alivio para el receptor, tira algunos calmantes con ciertos paisajes -no turísticos, pero bellos al fin - con viajes, música y camisas hawaianas, esas que en otra parte del mundo son ridículas. Allí son de lo más normal porque todos las usan, desde los turistas hasta los altos ejecutivos durante sus jornadas laborales.

También en el film está esa sensación casi nerviosa que genera el reírse de cualquier cosa, con tal de no pensar demasiado en ese tema tan incomodo que es la muerte y más aún en la muerte casi segura, esa que es pronosticada casi con exactitud. Los momentos graciosos son eso, un dribling para seguir adelante. Detrás de ese teje y maneje de lo agridulce está el director Payne, quien tiene gran oficio en la aplicación de la formula del balance entre el reír y el llorar como así también el balance perfecto entre las dos locaciones principales del film: el hospital y Hawai como contexto. Pero por sobre todo lo curtido en el autor está en la construcción de diálogos, de giros sorpresivos y de dirección de actores especialmente en sus líderes de relato. Aquí el caso de un hombre que saca pecho, chapa y espalda para aguantarse lo que se le venga, como su suegro recriminador de la inminente muerte de su hija o al amigo de Alex al que se le da por tirar "bocadillos" inoportunos. Casi de manera proporcional y a la altura de las circunstancias, George Clooney se despoja de su traje cómodo de canchero y de dandy para salir de su zona segura de por ejemplo ser Danny Ocean en un casino paradisíaco de Hawai, pero que de paraíso no tiene nada más que la tierra virgen, esa que los familiares de King presionan y presionan para lotear, pero que finalmente Matt decide conservar para su salud mental y la de sus hijas.   


Dirección: Alexander Payne
Guión: Alexander Payne, Nat Faxon y Jim Rash sobre una novela de Kaui Hart Hemmings
Fotografía: Phedon Papamichael
Edición: Kevin Tent
Interpretes: George Clooney, Shailene Woodley, Amara Miller y Robert Forster
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2012
Duración: 115 minutos

Trailer

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