viernes, 19 de julio de 2013

Cine - Crítica

Esta no es una película (de fútbol)
por José Tripodero

Metegol

Dirección: Juan José Campanella
Guión: Juan José Campanella, Eduardo Sacheri, Gastón Gorali 
Fotografía: Félix Monti
Montaje: Juan José Campanella
Música: Emilio Kauderer 
Intérpretes: David Masajnik, Pablo Rago, Fabián Gianola, Horacio Fontova, Diego Ramos
Nacionalidad y año: Argentina, España - 2013 Duración: 100'

-Se revelan el final y algunos detalles de la trama-

El prólogo de Metegol es desconcertante en cuanto a la búsqueda receptiva. La alusión a 2001: Odisea del espacio es clara y evidente para un adulto (que haya visto el film) pero no lo es bajo ningún punto de vista para un niño, incluso para el más interesado por el cine “adulto”. ¿Por qué comenzaría un film de animación infantil con una cita de un film de Stanley Kubrick? La respuesta podría ser que el chiste o que la estructura de la secuencia fuese tan efectiva que dejarla afuera sería un crimen, bueno hay que decirlo: que un grupo de monos tome un cráneo y lo patee como una pelota no causa comicidad, cuanto mucho se puede gesticular una mueca parecida a una sonrisa.


Después del comienzo poco feliz, aparece el verdadero inicio de la historia que se desata en un largo flashback a partir de un cuento que un padre le relata a su hijo. En el pueblo “anónimo” hay un niño llamado Amadeo que se desvive con el metegol de un bar. Apoyado por su amiga Laura le gana un partido en este juego a un arrogante niño, que es hábil con la pelota en lo pies. Elipsis mediante, ese niño se convierte en la estrella del fútbol mundial, ahora lo llaman “el Groso” y no tiene mejor idea que comprar su pueblo natal. Ante la pregunta de un personaje sobre el paradero del intendente, lo vemos escapar en un helicóptero (una cita inevitablemente al pasado socio-político reciente). La intención escondida de “el groso” es hacerse del metegol de Amadeo, quien fue el único que le gano a algo en la vida.

La tormenta se desata para los personajes y también para la narración que se inunda de torpezas (el metegol que va a parar al basurero, ¿por qué?) y de situaciones risibles (la secuencia del basurero) que acarrean al protagonista por la senda de “la gran aventura” -infaltable, especialmente cuando no hay conexión entre las situaciones dramáticas- para encontrar a sus jugadores de plomo que han cobrado vida, gracias a una lagrima del buenazo de Amadeo porque del dolor puede germinar en una esperanza, uno de los tantos mensajes-motivos del cine de Campanella, también infaltables. En la secuencia del basurero asoma un registro de cine de horror por el diseño de unas ratas, que se ven monstruosas y gigantes  al lado de los personajes de plomo, sumado al tamaño de los planos elegidos para retratar a estos roedores. Lo que sigue es otro escenario tan azaroso como caprichoso: una feria.

Los pequeños jugadores son los que ganan por cancheros, carismáticos y graciosos aunque pierden por ser estereotipos. El Capi es el líder, el Beto es el egocéntrico que habla continuamente de sí mismo en tercera persona y el Loco es una especie de vomitador inagotable de frases new age. Las características de los tres ofician en un sentido cíclico, en un loop sin frenos que busca meter la gracia a los golpes. En la misma sintonía que la torpeza narrativa de la secuencia del basurero, llega la secuencia final en la que protagonista y antagonista acuerdan jugarse el pueblo (literalmente) en un partido de fútbol entre humanos. La película se llama Metegol pero Campanella parece dudar de su dispositivo, que sin embargo es lo único que funciona en términos de montaje y suspenso, en el único partido que se disputa de ese juego. ¿Por qué no terminar con un gran partido de metegol? ¿En el que tanto Amadeo como sus nuevos amigos podían elucubrarse como un gran equipo? La decisión de terminar la historia a gran escala con un partido de fútbol y toda su iconografía que abarca la televisación, el relato radial, el público y demás, achica aún más la participación de jugadores que han cobrado vida.  

Si bien Campanella se ha esforzado por comunicar que su film no es “sobre fútbol”, acude constantemente a la jerga de este deporte para sus diálogos. La batalla – partido final de Metegol puede leerse como un “grandes éxitos” de la temática del director. El equipo de perdedores armado por Amadeo tiene una chance en un millón de ganar, los jugadores de plomo asimilan esta situación e intervienen para torcer las probabilidades, cuando el protagonista descubre lo que sucede se aterra y tocado por la moral los echa del campo, claro el partido se pierde pero no es lo que más importa. El groso se queda con el pueblo pero el rejuntado de clichés -el emo, el cura, la señora barbuda y tetona, el roñoso, el punga, el gordito que va al arco, el matungo de dos metros, etc.- tiene su reconocimiento por la entrega pero más que nada (y aquí el énfasis políticamente correcto) por ser buenos perdedores. ¿Y el pueblo? Ah, no importa, se funda otro al lado, como le sucedía a Darín en Luna de Avellaneda, creaba un nuevo club con nuevas bases y principios.


Lo paradójico es que Metegol evidencia un manejo de la técnica a niveles internacionales, hasta aquí inédito en el cine nacional y que figuraba como la preocupación más seria, al menos lo era para los más expectantes, y que sus mayores flaquezas (por no decir yerros absolutos) están en el manejo del guión, en los diálogos (eterno problema nacional) y en la estructura clásica que pretendía imponerle Campanella, cineasta que sabe de ello por filmografía y por formación. Las distancias con la meca del cine de animación no se hallan en la falta de computadoras o en la capacidad de render -como dijo el director- sino en la ductilidad para construir mejores cuentos, obras maestras como Toy Story o Ratatouille funcionan por sus premisas, por sus historias y por el armado de sus relatos. Lamentablemente el caso de Metegol es que se posiciona a la par de los trabajos de Luis Sandrini, esos que promovían ideas tales como que "todo tiempo pasado fue mejor", ese es el mensaje final de esta película, la más cara de la historia del cine argentino. 



4 comentarios:

jzucc dijo...

Para como le venias pegando pense que te ibas a extender mas en la critica. Como que me parecio chica y simplicada para el desarrollo muy sustentado de otras criticas tuyas que lei.
Aun no la vi, pero creo que mi impresion va a ir por el lado que llevas tu critica mas que por la catarata de halagos que le estan lloviendo.
saludos! juanb

José Tripodero dijo...

Es una de las críticas más extensas que he hecho, igualmente puede ser que tenga menos desarrollo que otras. Gracias por pasar.

Saludos!

MisterDaiola dijo...

Esta no es una critica, es un insulto gratuito al público y al director. Se nota un ejercicio de frustración y envidia, una necesidad de atacar por atacar, que vaya a saber uno por qué el creador de este blog siente tanta necesidad de exteriorizar ese ataque. Así como una patada en el fútbol puede ser por calentura, algunos jugadores la hacen, además, con mala leche. En este caso se nota la mala leche, se nota claramente que no se trata de que no le gustó la película, sino de atacar con palabras que desvaloricen, agredan y menoscaben al fin y al cabo una simple película de animación. Se nota claramente que es intentar bardear y destruir. Mi abuelo dice que hay gente que nace para hacer y otros para criticar lo que los demás hacen. Pareciera que el futuro del que escribió esta "critica" está destinado a no hacer nada en su vida. Esta crítica es una ofensa. Ni siquiera se toma el trabajo de poner con letra más grandes que revelan la trama de la película. Está pensada, ni más ni menos que para atacar. Vaya a saber que tipo de frustración tiene el dueño de este blog, o que se le mezcló en su terraza para tanto odio. Ojalá te mejores flaco.

José Tripodero dijo...

En primer lugar, gracias MisterDaiola por pasar. Mi crítica argumenta todo aquello que creo que falla en la película, aunque habría que preguntarte si existen películas fallidas para vos, si solo hay que remarcar el esfuerzo de un film porque es nacional y es de animación. Después de eso, tus elucubraciones psicológicas sobre mi persona y mi desempeño profesional me podrían llevar a hacer lo mismo sobre vos, hay una tendencia en los "comentaristas" de blogs en atacar al crítico por la condición de crítico. La falsa idea de que están los que "hacen" y los que "crítican" es tan primitiva como la idea de los monos en "Metegol".