La nostalgia física
por José Tripodero
por José Tripodero
Dirección: Walter Hill
Guión: Alessandro Camon
Fotografía: Lloyd Ahern II
Montaje: Tim Alverson
Música: Steve Mazzaro
Intérpretes: Sylvester Stallone, Sung Kang, Sarah Shani, Jason Momoa
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2013 Duración: 92'
Walter Hill fue el heredero más directo de Sam Peckinpah, el sólo hecho de haber trabajado en algunos de sus mejores film le dieron la ventaja para tomar la antorcha del cine estilizado de súper acción a mediados de los 70’s y también en los 80’s. Como muchos realizadores que florecieron en aquellos tiempos, la inmediata contemporaneidad los relega a participar del cine actual simplemente con productos de segunda. Los cuales deben conformarse con un estreno limitado en un puñado de salas de cine, una salida casi silente en DVD -como consuelo- o peor aún, pasar a englobar el menú on demand de alguna distribuidora de cine digital por Internet. El segundo de los casos es el de El ejecutor (horrorosa traducción local de Bullet to the Head) que no es nada del otro mundo y hasta merece eso, el deambular por los márgenes de la distribución.
La vieja escuela de Hill está representada en la pantalla
por Sylvester Stallone, un asesino a sueldo veterano dispuesto a vengar la
muerte de su compañero. No es casual que el protagonismo cayera en manos del
ideólogo de la saga Los indestructibles,
su presencia no sólo recuerda a los viejos y mejores tiempos del director sino
que también expone en diálogos y movimientos coreográficos la prestancia de un
antihéroe calado por el film noir. De
todos modos poco hay de ese género, ya que Sly no está solo en la cruzada
vengativa porque la historia atiende el teléfono de la buddy movie, al incorporar a un joven detective cuyo compañero
también fue asesinado por los mismos que el protagonista persigue. Esta
inclusión es incómoda por varias razones, pero más que nada por la incompatibilidad
entre ambos actores; Sung Kang no se parece ni un poquito a un detective ni
tampoco le puede seguir el tranco a un Stallone que danza a piacere esta pieza
que le suena familiar. Él es el sostén del impulso autoconsciente de una
película que no se sonroja, por ejemplo al ubicar su clímax de testosterona en una pelea
con hachas en un depósito abandonado, un escenario que bien remite al cine de
acción de los 90’s. La contracara de Sly es el ropero de Jason Momoa (Game of Thrones, Conán), quien interpreta a una máquina sádica de matar y que, a diferencia de la mayoría de los actores de también proporciones gigantescas, logra componer algo más que un partener físico porque le aporta a su personaje cinismo e ironía, lo cual lo hace más temible.
El gran problema que sufre este ejercicio de nostalgia es la intención de mostrar una
pseudo estética moderna; desde la puesta lumínica
hasta unas pequeñas centellas, las cuales ofician de fundidos que marcan el paso del tiempo, más apropiadas
para una serie policial del estilo CSI.
El contexto
de Nueva Orleans pos huracán Katrina le ha servido al cine negro más reciente,
cuyo mejor exponente ha sido la idílica Un
maldito policía en Nueva Orleans. Aquí Hill no aprovecha la ciudad más que
para ilustrarla como un mercado inmobiliario potable que tiene entre manos el villano,
un codicioso empresario nigeriano. El disfrute de este placer, resultante de la
combinación nostálgica, género y presencia física, hace pasar por alto hoyuelos
narrativos, especialmente hacia al final de la historia. Sólo Stallone y Hill
combinados tienen la capacidad para torcer el destino de esta Bullet to the Head. Un producto a priori para las pantallas chicas pero, que desde las cualidades corporales de sus personajes, logra desperdigar una nostalgia física por el cine de acción no tan lejano en el tiempo.
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