lunes, 9 de septiembre de 2013

Cine - Crítica

La nostalgia física
por José Tripodero

El ejecutor (Bullet to the Head)

Dirección: Walter Hill
Guión: Alessandro Camon 
Fotografía: Lloyd Ahern II
Montaje: Tim Alverson 
Música: Steve Mazzaro
Intérpretes: Sylvester Stallone, Sung Kang, Sarah Shani, Jason Momoa 
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2013 Duración: 92'

Walter Hill fue el heredero más directo de Sam Peckinpah, el sólo hecho de haber trabajado en algunos de sus mejores film le dieron la ventaja para tomar la antorcha del cine estilizado de súper acción a mediados de los 70’s y también en los 80’s. Como muchos realizadores que florecieron en aquellos tiempos, la inmediata contemporaneidad los relega a participar del cine actual simplemente con productos de segunda. Los cuales deben conformarse con un estreno limitado en un puñado de salas de cine, una salida casi silente en DVD -como consuelo- o peor aún, pasar a englobar el menú on demand de alguna distribuidora de cine digital por Internet. El segundo de los casos es el de El ejecutor (horrorosa traducción local de Bullet to the Head) que no es nada del otro mundo y hasta merece eso, el deambular por los márgenes de la distribución.

La vieja escuela de Hill está representada en la pantalla por Sylvester Stallone, un asesino a sueldo veterano dispuesto a vengar la muerte de su compañero. No es casual que el protagonismo cayera en manos del ideólogo de la saga Los indestructibles, su presencia no sólo recuerda a los viejos y mejores tiempos del director sino que también expone en diálogos y movimientos coreográficos la prestancia de un antihéroe calado por el film noir. De todos modos poco hay de ese género, ya que Sly no está solo en la cruzada vengativa porque la historia atiende el teléfono de la buddy movie, al incorporar a un joven detective cuyo compañero también fue asesinado por los mismos que el protagonista persigue. Esta inclusión es incómoda por varias razones, pero más que nada por la incompatibilidad entre ambos actores; Sung Kang no se parece ni un poquito a un detective ni tampoco le puede seguir el tranco a un Stallone que danza a piacere esta pieza que le suena familiar. Él es el sostén del impulso autoconsciente de una película que no se sonroja, por ejemplo al ubicar su clímax de testosterona en una pelea con hachas en un depósito abandonado, un escenario que bien remite al cine de acción de los 90’s. La contracara de Sly es el ropero de Jason Momoa (Game of Thrones, Conán), quien interpreta a una máquina sádica de matar y que, a diferencia de la mayoría de los actores de también proporciones gigantescas, logra componer algo más que un partener físico porque le aporta a su personaje cinismo e ironía, lo cual lo hace más temible. 

El gran problema que sufre este ejercicio de nostalgia es la intención de mostrar una pseudo estética moderna; desde la puesta lumínica hasta unas pequeñas centellas, las cuales ofician de fundidos que marcan el paso del tiempo, más apropiadas para una serie policial del estilo CSI. El contexto de Nueva Orleans pos huracán Katrina le ha servido al cine negro más reciente, cuyo mejor exponente ha sido la idílica Un maldito policía en Nueva Orleans. Aquí Hill no aprovecha la ciudad más que para ilustrarla como un mercado inmobiliario potable que tiene entre manos el villano, un codicioso empresario nigeriano. El disfrute de este placer, resultante de la combinación nostálgica, género y presencia física, hace pasar por alto hoyuelos narrativos, especialmente hacia al final de la historia. Sólo Stallone y Hill combinados tienen la capacidad para torcer el destino de esta Bullet to the Head. Un producto a priori para las pantallas chicas pero, que desde las cualidades corporales de sus personajes, logra desperdigar una nostalgia física por el cine de acción no tan lejano en el tiempo.

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