La seriedad de la autoconciencia
por José Tripodero
Dirección: Evan Goldberg, Seth Rogen
Guión: Evan Goldberg, Seth Rogen sobre una historia de Jason Stone
Fotografía: Brandon Trost
Montaje: Zene Baker
Música: Henry Jackman
Intérpretes: Seth Rogen, Jay Baruchel, James Franco, Jonah Hill, Craig Robinson, Danny McBride
Nacionalidad y año: Estados Unidos, 2013 Duración: 107'
Este
Es el Fin se estrena casi de
casualidad, ya que la cartelera argentina parece no tener lugar para las
comedias guarras o, al menos, las no tan convencionales. Esto le sucedió a una
de las comedias del año, El Increíble Burt Wonderstone y
también a otro exponente reciente sobre el fin del mundo: The
World’s End, de Edgar Wright, un nombre al que los
distribuidores todavía no le ha dado un lugar. La película de Goldberg y Rogen,
más que un film dirigido por dos parece la obra de un colectivo, de una troupe
que se junta a filmar en modo de “grandes éxitos” una comedia con tintes
apocalípticos sin, en apariencia, demasiadas pretensiones. No quita que la
película trabaje con ciertos elementos que construyen, por ejemplo, un
metadiscurso sobre la interpretación y especialmente la NCA, “nueva comedia
americana”, encarnada en las películas producidas y dirigidas por Judd Apatow.
Desde la primera escena, en la que Seth Rogen y Jay Baruchel (todos se
interpretan a sí mismos) discuten sin sentido sobre el significado de la
palabra “gluten”, estamos en el universo de las conversaciones sobre la nada,
drogas, películas de culto y otros tópicos de la cultura geek. Este
reencuentro de ambos, en lo que parecía iba a ser un fin de semana tranquilo,
deviene en “plan partuza” en lo de James Franco, en el que estarán -casi- todos
los demás integrantes de la NCA y también algunos invitados por fuera de este
fenómeno, como Emma “Hermione” Watson. Esta reunión avanza por la
autoconciencia de lo inconducente: es decir, hay diálogos más triviales que los
del “gluten” pero lo interesante, de verdad, está en el segundo plano, por
ejemplo cuando aparece un Michael Cera “elevado” al máximo y bien chabacano en
sus líneas, en oposición a esa figura de joven naif con cara de aniñado que ha
construido -por citar sólo un caso- en Superbad. En el medio, para que
haya algún tipo de trama, Jay (el verdadero protagonista del film) deambula
molesto, como si fuera un extraño en este contexto: la distancia entre él y los
demás amigotes crece y se intensifica aún más cuando se desata la serie de
cataclismos (la tierra se abre y bolas de fuego vuelan por los aires,
reproduciendo el cliché del apocalipsis en el contexto de un Beverly Hills en
llamas).
Luego de las muertes de algunos “famosos”, quedan dentro de la casa
los verdaderos exponentes de la NCA, a los que se sumará el más virulento y
hasta más gracioso de todos: Danny McBride. Si bien el halo de lo inconducente
se mantiene estable, el acontecimiento extraordinario se apodera del relato y
las acciones de este grupo de actores/ comediantes son las de hombres comunes
aterrados y -casi- sin buenas ideas para permanecer a salvos.
Paralelamente
surgen los mejores chistes: atrincherados en la casa de James Franco, deciden
filmar trailers de segundas partes como el de Pineapple Express,
esa comedia de acción fumona dirigida por David Gordon Green, otro nombre de la
factoría Apatow.
Este
Es el Fin deconstruye la idea inicial
de ser simplemente un ejercicio de amigos que se juntan a filmar una película
para deslizar ironías sobre las carreras de este colectivo; así se mencionan
éxitos (El juego de la fortuna de Hill) y fracasos de cada uno (El avispón
verde de Rogen). La clave de la autoconciencia, siempre de
corte cómico, es el núcleo de esta obra que se toma muy en serio, por eso la
autocrítica -en sentido reflexivo y no negativo- en esto de hacer una “película
de amigos”. La mirada lúdica está además en la desmesura del tercer acto, en el
que todo se desmadra menos la mirada bien seria, que jamás pierde el
humor.
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