martes, 11 de febrero de 2014

Cine - Crítica

Una transposición emancipada
por José Tripodero

Agosto (August: Osage County)

Dirección: John Wells
Guión: Tracy Letts
Fotografía: Adriano Goldman 
Montaje: Stephen Mirrione
Música: Gustavo Santaolalla
Intérpretes: Meryl Streep, Julia Roberts, Chris Cooper, Julianne Nicholson, Ewan McGregor
Nacionalidad y año: Estados Unidos - 2013 Duración: 121'

Siempre se acusa a una transposición cinematográfica, de una obra teatral, de tener una correspondencia excesiva con el lenguaje del texto fuente, sin poder ofrecer, desde el cine, una salida artística, no sólo por la mera forma, sino por un desarrollo narrativo que permita al nuevo texto desprenderse y tener una conciencia propia. Agosto, del director John Wells (quien hizo –casi- todos sus trabajos anteriores en un tercer lenguaje: la TV), aspira a emanciparse de la carga transpositiva exigida por una obra teatral, a la que se la puede considerar superior por default, por el sólo hecho de pertenecer a un lenguaje más realista, más cercano al público y por tener la cualidad de lo efímero, porque la experiencia de una presentación jamás se repite. A todo esto hay que agregarle la popularidad que ha ganado esta obra escrita por Tracy Letts (quien se encargó también de escribir el guión), atenuante que termina de revestir esa capa de inmunidad que cubre a las piezas teatrales que son “destruidas” por el cine.


Wells parece más un estratega que un director, se cubre eficazmente de la sobreactuación de sus intérpretes (especialmente por tener de protagonista a Meryl Streep) pero más que nada del diseño producción (el llamado production design) porque si bien la locación principal es la casa familiar, esta podría haber sido un simple escenario teatral, lo que hay es una luz natural que cubre todo el film. Los exteriores (el jardín de la casa, el agua –espacio netamente dramático-, la ruta) funcionan más como parte de una historia familiar que como espacios de oxigenación para la narración o para los propios actores. La luz bien amarilla y naranja, oficia de contrapunto de las miserias familiares -motivo temático universal-, que proviene del afuera, lo que se les escapa a los personajes, cada uno inmerso en su mundo, que poco respeta al del otro, ejemplificado en la secuencia de la cena familiar, de la que se supone que debería sobresalir el diálogo, lo que se puede desglosar de ella son monólogos (casi todos provenientes de la madre de la familia, el personaje de Streep) y pocas interacciones, las que son interrumpidas por un tercero. Probablemente la situación que mejor define a esta familia disfuncional esté sintetizado en el único discurso de la hija de los personajes de Julia Roberts e Ewan McGregor, encarnada por Abigail “Miss Sunshine” Breslin, quien osa decir que es vegetariana, brindándoles, además, el argumento de que lo que se consume junto a la carne es miedo, el cual todos llevan inoculado por pertenecer a esta familia. Claro que el segmento finaliza en carcajada general.  


Algunas salpicaduras de sobreactuación en Streep o en Roberts, que no para de putear y putear, dejan sobrevolar esa maldición del teatro filmado pero nunca forzando la tolerancia del espectador nato de cine, al que probablemente no le importe la procedencia de la historia y está bien: el cine es el cine y el teatro es el teatro. Agosto es cine porque, además del juego de luz del exterior y oscuridad familiar, hace gala del aspecto que define al lenguaje como tal: el montaje. Está en el uso de la sinécdoque como recurso retórico (la breve escena de la muerte del padre de la familia), en las elipsis y en la cadencia del relato. Tres aspectos que la TV estadounidense viene desarrollando efectiva y mecánicamente (no por nada la mención de Wells como hombre televisivo),  tres puntos claves –también- que no supo usar, por ejemplo, Roman Polanski en su transposición de Un dios salvaje; abominación cargada de golpes de efectos, gritos y sobreactuaciones vomitivas de Jodie Foster y Kate Winslet, un verdadero pastiche impregnado entre dos lenguajes, limbo en el que no desea caer ninguna obra artística. 


Podés leer esta nota (y otras) también en 

No hay comentarios: