Sin corazón pero con dignidad
por José Tripodero
Dirección: José Padilha
Guión: Joshua Zetumer
Fotografía: Lula Carvalho
Fotografía: Lula Carvalho
Montaje: Peter McNulty, Daniel Rezende
Música: Pedro Bromfman
Intérpretes: Joel Kinnaman, Gary Oldman, Michael Keaton, Abbie Cornish, Samuel L. Jackson
Nacionalidad y año: Estados Unidos - 2014 Duración: 118'
De antemano la remake de RoboCop jugaba con -al menos- dos goles
en contra. Primero por el simple hecho de ser una versión del clásico de Paul
Verhoeven, el cual englobaba a su favor varios rasgos de la ciencia ficción,
que coqueteaba con la clase B pero que nunca dejaba de mantener un tono
crítico, incluso desde varios ángulos, y todo esto bajo una capa de
ultraviolencia y bestialidad indeleble. En segundo lugar, la presencia de José
Padilha como director bajaba aún más las expectativas, basta recordar su
prontuario en su país: el díptico Tropa
de elite y el documental Omnibus 174, las tres películas cortadas
por el mismo filo fascista, alguno podría pensar que fue precisamente esta
característica de su filmografía la que
lo llevó a tener su oportunidad en Hollywood.
Padilha parece ser consciente de
estos apremios preestablecidos, más los sumados por los de los propios estudios,
dueños de los derechos de la franquicia, de limitar la violencia para que este
nuevo RoboCop sea un film accesible a casi todos los públicos. En la historia, hay
un cambio fundamental con respecto al film de 1987. El gran cambio, con
respecto al film original, está en la oscilación de RoboCop como máquina que no
siente y lo queda de humanidad del policía, este es un detective Murphy humano
que reconoce a su mujer e hijo pero en la carcasa metálica y con su cerebro manejado
por terceros. Esto provoca el desvarío en la trama, que la hace bien dinámica,
amparada por un montaje acelerado y nutrida de escenas cortas. La táctica de
Padilha es efectiva, ya que este concepto de “mucha acción corta” disminuye la sustancia
más crítica (imposible de profundizar por la limitación para ser un film para
mayores de trece años), a pesar de ello están los segmentos de The Novak Element, un programa político
pro-robot conducido por un desatado Samuel L. Jackson, en el que hace lobby
Raymond Sellars (Michael Keaton), el dueño de Omnicorp, para derogar una ley
que prohíbe poner en la calle a sus drones más letales. Es decir, el único
villano de turno pasa a ser el dueño de una corporación, quedando en un segundo
plano el malo más malo de la ciudad que atentó contra la vida del Murphy, en
oposición al armado narrativo del guión original del film de Verhoeven.
En tiempos de pastiches,
reversiones y replicas absolutas (e innecesarias) RoboCop 2014, con sus
errores y limitaciones, levanta el vuelo de los desastres ya estrenados -en
apenas un mes y medio- sobre historias y personajes míticos, clásicos, icónicos
y reversionados hasta el hartazgo, los casos de La leyenda de Hércules, Yo
Frankestein y 47 Ronin. La
participación de un Gary Oldman recargado de oficio (como el científico con
conciencia) y el humor de un Samuel L. Jackson funcionan, también, como apoyo
para esta película sin corazón (en muchos sentidos) pero con la suficiente
autoconciencia para no someterse a la ridiculez, algo que parece inherente en
las nuevas versiones, reboot y demás nuevas lecturas de personajes y obras
consideradas intocables.
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