jueves, 3 de abril de 2014

BAFICI 2014 - Día 2

Atlántida (Argentina, 2014) de Inés María Barrionuevo. Competencia Argentina.

La ópera prima de Inés María Barrionuevo sigue la senda celinamurgeana de esta era post Nuevo Cine Argentino, también se inscribe en la columna del Nuevo Cine Cordobés, que busca acurrucarse en el, algo revuelto, panorama nacional. La seguridad en la que Barrionuevo emplaza el contexto de un pueblito del sur cordobés, a fines de la década del ochenta, nutrido de una serie de factores que anuncian un apocalipsis (hiperinflación, sequía, cortes de luz veraniegos) se articulan con la tempestad gestada en la relación entre dos hermanas: Elena de quince y Lucía de diecisiete (Melissa Romero, una cara que empieza a ser reconocida en el Nuevo Cine Cordobés). La primera –enyesada e histérica- saca de quicio a su hermana, quien busca una salida mediante una posible carrera en Buenos Aires. Ambas se encuentran solas ocasionalmente porque sus padres fueron a un funeral a otro pueblo. El punto culmine de esta relación / polvorín acaba con Lucía yéndose en la chata de los viejos, en el camino levanta a una amiga de Elena (rarita por no interesarse en chicos ni en salidas con la barrita del pueblo) y emprenden juntas una pequeña excursión a las afueras del pueblo. Mientras tanto, Elena –a pesar de su impedimento- también se las ingenia para salir del hermetismo de una casa que rebalsa en aburrimiento, el médico (participación efectiva de Guillermo Pfening) que la visita en la casa la lleva a sus rondas por el pueblo.
Barrionuevo propone una atmósfera sensible, sensual y por sobre todo madura sobre cuestiones urgentes en el cine argentino independiente, preocupado por retratar el andar y la cotidianeidad de aquellos que deambulan en la hibridez etaria del pasaje a la adultez. El pulso firme de la directora también permite transitar una veta histórica reciente para envolver una metáfora preciosa sobre cómo las búsquedas, las decisiones erradas (propias de la edad) y el gusto por la abulia pueden ser parte de un caldo de cultivo que busca la chispa para explotar. 



20.000 Days on Earth (Reino Unido, 2014) de Iain Forsyth, Jane Pollard. Competencia Internacional.

Docudrama, documental con pecas de ficción, un documental o una ficción. Todo eso es este experimento sobre Nick Cave, quien aporta su cuerpo, alma y voz (especialmente en off) en este recorrido recortado sobre su vida, en el momento que cumple 20.000 días de vida. El que incluye una suerte de sesión psicológica, una charla con Warren Ellis (su más fiel ladero musical, miembro de los Bad Seeds y hombre de historietas) y un puñado de viajes en auto con “fantasmas de navidades pasadas”, entre ellos Kylie Minogue y el gran Ray Winstone. Un visionado prismático, esquizofrénico y preciosista sobre vida y obra de este músico australiano, que mecha pequeñas pinceladas de vida privada (el grito unísono de Cave y sus hijos de “Say hello to my little friend” mientras ven Caracortada). En el medio nos deleitamos con alguna anécdota de la etapa más punk, que incluye a Mick Harvey, el pilar de los Bad Seeds y también de algún que otro plano general de la ciudad de Brighton, la ciudad inglesa que opera como refugio del músico. 20.000 Days on Earth es un experimento que rompe el molde del documental de rock (ya sea de una gira o de un muestreo de la vida cotidiana) y como resultante deja los restos de un Nick Cave comprometido a exponerse totalmente, algo, poco y a veces, nada... todo al mismo tiempo, depende con el cristal con el que se lo mire.


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