Atmósfera vampírica
por José Tripodero
Dirección: Martín Desalvo
Guión: Josefina Trotta
Fotografía: Nicolás Trovato
Montaje: Andrés Tambornino
Música: Jorge Chikiar
Intérpretes: Mora Recalde, Romina Paula, Pablo Caramelo, Luciano Suardi, Marta Lubos
Nacionalidad y año: Argentina - 2013 Duración: 76'
Lejos de los De la
Vega, los García Bogliano y todo el terror sin alma del cine nacional aparece
el sol con El Día Trajo la Oscuridad.
Una película que entiende de climas, atmósferas y situaciones implícitas antes
que de un vacuo efectismo visual de gore y sonoridades estridentes para remarcar
ferozmente lo que el dramatismo de las historias no puede subyugar en el
espectador. El terror comienza con el contexto: Patagonia, campo, cabaña,
tardes azuladas y un puñado de familiares. Anabel (la actriz y dramaturga
Romina Paula) llega enferma a la casa de su tío médico Emilio, ausente para
asistir en la ciudad sobre un brote de rabia, en la vivienda sólo está su
prima, Virginia (Mora Recalde). Emilio es el clásico científico-médico-investigador
que pretende dilucidar el misterio de un brote, virus o lo que sea que se
desarrolle, aunque aquí lo privilegiado no es un principio de apocalipsis o de
miedo que acecha a una sociedad sino la relación trastocada entre miembros de
una familia y el desvelamiento de una sensualidad escondida.
Siguiendo el tono de
los climas más que de la carne del terror menos ambicioso, el director Martín
Desalvo aplica la estrategia de la sugerencia y es por eso que el erotismo
tiene el impacto que sustituye a los mecanismos más conservadores del género.
Claro que el erotismo, como sugerencia de la atracción sexual, es un motivo de
los films vampíricos, que en EDTLO
operan, también, para montar un ambiente de ensueño como cualidad notable.
Inquietante pequeño
film de terror (presentado el año pasado en los festivales de Mar del Plata y Buenos Aires) que oscila entre los interiores bien claustrofóbicos, nutridos
por el trasfondo familiar, y los exteriores bien aprovechados de un bosque
pesadillesco, mezclados con los climas creados por el propio peso del
dramatismo de una historia que parece quedarse sin resto para resolver el
desenlace, en un mismo tono austero, simple y sugerente. A pesar de ello el
resultado es una ilustración opuesta al panorama y a la creencia del deber ser
de un cine de terror nacional, ese que solo espera construir su camino bañado
en cinefilia.
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