viernes, 28 de noviembre de 2014

Cine - 29º Festival Internacional de Cine de Mar Del Plata

Mar del Plata 2014: Camino a la perfección

El 29º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata no es una edición más del único festival de clase A de Latinoamérica, es la celebración de los 60 años de este acontecimiento anual para el cine de la región si no que es también la reconfirmación de un espacio preocupado por la diversidad de sus películas más que por la coyuntura, una prioridad dejada bien lejos en el tiempo.  

Es casi imposible resistirse al carisma de José Martínez Suárez, el presidente del festival, quien deambula por las largas colas formadas para comprar entradas en los cines mientras reparte los Caro Diario del día, incluso recomendándole películas a los asistentes menos informados. Lo cierto es que esa desinformación podría ser más una desorientación ante tamaña oferta, las secciones disparan la atención hacia diferentes coordenadas. Además de las secciones de competencia (Internacional, Latinoamericana, Argentina) hay otras que por ocasionales resultan todavía más interesantes: el caso de las restauraciones de los films mudos de Alfred Hitchcock, exhibidos con música en vivo o del rescate más grande de los últimos años: El acto en cuestión de Alejandro Agresti, una de las películas perdidas más lamentadas del cine argentino contemporáneo, gracias a la gente de Haciendo Cine  y la distribuidora Z Films se logró recuperar lo que muchos consideran la Citizen Kane nacional. Incluso secciones como Panorama Argentino permite (re) descubrir algunas películas que serpentearon otros festivales nacionales e internacionales del 2014, como por ejemplo Reimon de Rodrigo Moreno o Atlántida de la cordobesa Inés María Barrionuevo, una de las sorpresas de este año.

Las competencias, tanto la internacional como la argentina, refuerzan la idea de un cambio profundo en estas secciones, ya que en ediciones anteriores dejaban más decepciones que aciertos. En la Competencia Argentina brillaron El cinco de Talleres, lo nuevo de Adrián Biniez (Gigante) y Pistas para volver a casa opus dos de Jazmín Stuart (el primero en solitario). La primera cuenta la historia de un jugador de fútbol mediocre de un equipo de cuarta división, que respira los últimos instantes en su profesión, con la cabeza puesta en el futuro cercano. Biniez logra trastocar una situación dramática en una comedia tensa, en la que el fútbol se presenta como el contorno de la historia, probablemente la única estrategia para hacer una película sobre un deporte negado de ser representado en el cine. La segunda, es un rompecabezas sanguíneo de dos hermanos (Érica Rivas y Juan Minujín) al borde de los cuarenta envueltos en una situación extraordinaria (al menos para sus vidas) luego de llegar al hospital de un pueblo del interior bonaerense por la internación del padre (Hugo Arana). Lo que se inicia como un peso más en la miseria cotidiana de estos personajes se transforma en una aventura que se bifurca entre lo lúdico y lo familiar. Una de héroes grises con la sobriedad del género y un manejo tonal de los momentos que aduce una filiación temática con el cine de Wes Anderson.

La Competencia Internacional presentó varias citas imperdibles, entre ellas Le chambre bleue, lo nuevo de Mathieuc Amalric (Tourneé),  La historia de un amor intenso basado en una novela de Georges Simenon, relatada en forma no lineal, con ideas y vueltas en el tiempo que cambia el rol de los personajes porque los muestra adúlteros y luego no en ese estado. Amalric logra dosificar la violencia verbal en una película que se desnuda sin timidez. En La vida de alguien, Ezequiel Acuña realiza un “grandes éxitos” de sus temas y personajes recurrentes, las evidencias de Excursiones, Como un avión estrellado, Nadar solo se advierten fácticamente pero más que nada se sienten en la atmósfera músical, algo que no podrían faltar nunca en sus películas. Alive de Park Jungbum (guionista de la brillante Memories of Murder) construye un dramón faraónico  a partir de una tragedia personal, que no por ello debería representar una muerte, sino lo que le sucede aquí al protagonista: el deambular por la fría cotidianidad de encontrar un trabajo estable con un tiempo límite, antes de que llegue el crudo invierno coreano. Al hallar un empleo, en una planta sojera, se ve rodeado de soñadores que chocan contra su pragmatismo del día a día.

 

El panorama argentino, además de las películas mencionadas, ofreció una gran sorpresa: No estás solo en esto de la crítica de cine Milagros Amondaray, creadora del blog Cinescalas, el cual forma parte de la plataforma de blogs de la página del diario La Nación. Es prácticamente imposible explicar la historia de este documental sin hablar de los dos estadios previos de Cinescalas. El primero es el post de la película El lado luminoso de la vida, el cual marcó el quiebre del espacio nacido en 2010, allí se generó la simbiosis más sanguínea con sus lectores, los que rápidamente pasaron a llamarse cinescaleros, de esa asociación se pasó en muchos casos a amistades muy profundas. El mayor de los méritos de Amondaray en Cinescalas está en su participación activa en las charlas, en los comentarios, en los debates espontáneos e incluso en la incorporación de consignas sugeridas, en total contraste con los creadores de los blogs que no se hacen eco del feedback potable que generan sus propios espacios. El segundo es la edición del libro Démosle un buen final a esta historia (2013) que reunió los post escritos por Amondaray para su blog y que prácticamente se encuentra agotado. La película sobre el fenómeno 2.0 era el siguiente paso, urgente y necesario, allí el alma matter de toda esta hermosa locura sale a la calle y casi como una roadtrip se encuentra cara a cara con muchos de sus seguidores y, muchos de ellos, ya amigos. Un tour que incluye paradas en San Antonio de Areco, Rosario, Córdoba y Tafí Viejo. Probablemente el film más luminoso del festival, que además por el costado plantea una manera dialéctica de repensar una inflexión posible de la crítica de cine, despojada de cinismo y cargada de necesaria subjetividad.

 

En otras secciones ocasionales pero no menos importantes como Autores se vieron lo nuevo de Abel Ferrara (Pasolini, en la piel de Willem Dafoe), de Hal Hartley (Ned Rifle), de Bruno Dumont (P’Tit Quintin) y de Xavier Dolan (Mommy, ganadora del premio a mejor director en Cannes de este año).
En Busco mi destino se pudo disfrutar de Before I Dissapear de Shawn Christensen, un relato pesadillesco cubierto por las fronteras neoyorkinas que puntea los acordes de la Nueva Comedia Americana y la tensión de los films más rockeros de Martin Scorsese. Juana a los 12 de Martín Shanly expone la imaginación desmesurada de una niña en el opaco contexto represivo de una escuela bilingüe del norte bonaerense y de una familia algo disfuncional. Todo este coctel se desordena en la historia, ofreciendo así un resultado algo caótico que culmina con una secuencia onírica algo desencajada para articular con lo anterior. Voley, de Martín Piroyansky evidencia algo de crudeza en la búsqueda de maduración del actor en su pasaje a la dirección, los restos de la fallida Abril en Nueva York (su ópera prima) salen a la luz de esta historia que oscila entre la comedia más recatada y más salvaje sin escalas intermedias. Hora cero le dio la bienvenida a viejos conocidos del festival, como Takashi Miike y su nuevo descerebre llamado Over Your Dead Body, historia mezcladora del teatro kabuki con rasgos fantásticos. En Confetti of the Mind se ve en forma de compilado casi todos los cortos del español Nacho Vigalondo, director de culto, quien también presentó Open Windows, su primer largo en inglés con las participaciones de Elijah Wood y Sasha Grey. Wyrwood de Kiah Roache-Turner hace de ebullición nostálgica sobre el ozplotation que inundó el cine de los 70 y dio a conocer a muchos exponentes australianos, desde George Miller hasta Russel Mulcahy, sin embargo esta operación de recuerdo funciona como correlato mientras vemos a un grupo de sobrevivientes huir de zombies, una vez más pero con la inflexión necesaria para seguir la historia con cierto interés de ver los devenires de estos cazadores en el outback australiano.  

Entre los invitados especiales es urgente destacar la presencia de la gran directora francesa Claire Denis, quien deleitó con una “charla con maestros” como así también con parte de su vasta filmografía y la presentación de su última película, el mediometraje Voilà L’enchainement. La retrospectiva incluyó S’en fout la mort, Bella tarea, Sangre Canibal y 35 rhums, entre muchas otras. La decepción llegó de la mano a de Paul Schrader, el mítico guionista de Taxi Driver y Toro salvaje, quien se mostró como un espectro de lo que verdaderamente representa para la historia del cine. Apareció en una charla, tan enojado con la industria (a la que alimentó y que desde hace tiempo le niega un lugar) como rencoroso con sus ¿ex? amigos directores. Las preguntas sobre su relación con Martin Scorsese simplemente dispararon bombas contra el director de Buenos muchachos, al que calificó de ser “un hombre más preocupado por el dinero que por el arte”. Así mismo hizo un hincapié furibundo a la escalada de las plataformas digitales como las únicas para la distribución de cine y series, algo que resultó sospechoso ya que sus nuevos trabajos se presentarán bajo esta nueva modalidad. También evitó responder preguntas sobre su último escándalo: su expulsión de la sala de montaje de su nueva película Dying of the Light, solo atinó a decir: “Ya no es mí película, me la quitaron”.


La peor película del festival fue, sin dudas, Birdman, lo último de Alejandro González Iñarritu, probablemente una de las protagonistas de los próximos premios Oscar. Aquí el director de las vergonzosas Amores perros y Biutiful, ofrece una añejísima lectura sobre “el arte verdadero” y el “arte de hoy” o sea las transposiciones de superhéroes, idea que aparece macabramente presentada por la interpretación meta de Michael Keaton de un actor, en la búsqueda de ser aceptado en el mundo del teatro (el lenguaje verdaderamente artístico según el patán de Iñarritu) mientras acarrea el pasado oscuro (también según el director) de haber puesto su rostro al superhéroe del título. Un pasado que se inscribe en la propia carrera de Keaton. Pretenciosa en lo visual, como toda la filmografía del mexicano, pisa firme desde la concepción de un plano secuencia “mentiroso” que funciona bajo la dinámica de una historia sin interrupciones, con una puesta en escena que bordea lo publicitario (en el peor de los sentidos), un lenguaje que no le es ajeno a AGI. Hiperbólica y grosera, Birdman se para en el edificio más alto del snobismo para señalar y poner en discusión lecturas que ya no se discuten más, mucho menos desde la perspectiva de alguien como este personaje del cine más ramplón.

El 29º Festival Internacional de Mar Del Plata también es un evento que funciona a la perfección para la presentación de libros, es así que encontramos la antología de críticas de la famosa publicación Film Comment, la que incluye textos de Andrew Sarris, Kent Jones, Scott Foundas (presente en el festival) y otras plumas importantes. Textos que van desde el repaso de la carrera de Orson Welles, con motivo de su fallecimiento, hasta  uno de Foundas sobre Bastardos sin gloria de Quentin Tarantino. El proyecto fue concebido por el crítico chileno-catalán Manu Yañez Murillo y editado por el festival. Otro de los libros interesantes que se presentó fue el del crítico y cineasta Nicolás Prividera, El país del cine: para una historia del nuevo cine argentino, en el que despliega toda su impronta polémica, que suele discurrirse en el sitio Ojos abiertos que dirige el también crítico y docente cordobés Roger Koza.

Desde hace varias ediciones, el festival de Mar Del Plata tiene las cualidades para fortalecerse y ambicionar por más en la escena festivalera mundial. La articulación películas del panorama más actual con la recuperación de películas locales e internacionales funciona para atraer la diversidad más pura, asociada a las visitas escuetas pero sumamente aprovechables como así también la publicación de textos urgentes (un aspecto en el que cayó violentamente el BAFICI). Mención aparte para el corto institucional de Esteban Sapir, que resume con nostalgia y luz en tono de homenaje a los 60 años de un festival que no conoce de techos, sino más bien de cielos.  

Lista de ganadores:

Astor de Oro a la Mejor película: Come to My Voice, de Hüseyin Karabey –Turquía/Francia/Alemania-

Astor de Plata al Mejor Director: Mathieu Amalric por La Chambre bleue -Francia-

Astor de Plata al Mejor Guión: Le meraviglie, de Alice Rohrwacher –Italia-

Astor de Plata al Mejor Actor: Park Jungbum, por Alive, de Park Jungbum - Corea del Sur-

Astor de Plata a la Mejor Actriz: Negar Javaherian por Melbourne, de Nima Javidi –Irán-

Mención Especial a la Fotografía: Cavalo Dinheiro, de Pedro Costa -Brasil-



Competencia Latinoamericana

Mejor Largometraje: Branco Sai preto Fica, de Adirley Queirós –Brasil-

Mejor Cortometraje: Naranjas, de Iván D. Gaona -Colombia-



Competencia Argentina

Mejor Largometraje: Su realidad, de Mariano Galperin

Mejor Director de Largometraje: Adrián Biniez por El 5 de Talleres
 

Mejor Cortometraje: Zombies, de Sebastián Dietsch

Mejor Director de Cortometraje: Gastón Siriczman por Nueve segundos



Work In Progress: Mejor Proyecto Soley, de Manuel Abramovich

1ra Mención Especial: Veredas, de Fernando Cricenti

2da Mención Especial: Madre de los dioses, de Pablo Agüero

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