No siempre menos es más, en algunos casos la intención de ello se debe a cierto grado de pretensión barata. Desde hace ya unos años el realismo parece propagarse en la cinematografía de diversos países, es una suerte de universalidad -aunque no debe confundirse con globalización- producto de la atemporalidad y de cierto registro que excede las costumbres, el idioma y la situación contextual.
Le quattro volte sigue a un viejo pastor de cabras en un pequeño pueblo en las montañas, a través de su rutina podemos ver a los secundarios de esta historia: las propias cabras y el perro pastor. La letanía de cada uno de las acciones produce el efecto de observación, todos los momentos tienen su duración precisa, es así que un film obtiene su tiempo dentro del tiempo. No existe, aquí, el apresuramiento habitual que se da en el convencionalismo narrativo sino, más bien, los tiempos documentales mandan a los ficcionales.
En el gran plano secuencia de la mitad del film, se da quizás una de las situaciones más tragicómicas de los últimos tiempos, a lo Tatí y sin actores. La fórmula del gag comprende: un perro, un camión, una pendiente y un puñado de cabras. Ya en el segundo acto, asistimos a lo más lineal, a lo más frontal y duro de la historia: el tandem muerte – vida. El viejo muere, a continuación nace una cabra, la posta le es pasada a este animal que se une a todo al centenar de animales del corral. Frammartino sin temerle al registro documental, sigue a la pequeña cabra -con algunas pequeñas elipsis- desde su nacimiento hasta su joven muerte, luego de perderse del rebaño en su primera sálida a la naturaleza. Esa muerte derivará en otra vida: la de un árbol, que luego será usado para un festejo del pueblo.
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| El cabrito, uno de los protagonistas de esta pequeña gran historia |
Cerca del realismo de Jia Zhang Ké -específicamente del de Still Life- el director crea un historia a partir de como la vida, la muerte y la reencarnación comprenden un relato circular. El plano inicial muestra una montaña de carbón, que es en lo que se convierte el árbol al final de la historia. Cabe preguntarse si saber estos datos condiciona al espectador, siempre en cualquier obra audiovisual, saber de antemano la historia por completo, condiciona. Aunque en Le quattro volte la belleza, el descubrimiento y la historia están más allá del conocimiento previo, la preciosura estilística está en la comprensión de cada detalle, de cada pequeñez y de cada paso. En todo eso se halla la posibilidad de disfrute de semejante proeza poética… hasta una hormiga tiene el protagonismo que se merece, a la par del viejo, de las cabras, del perro, del árbol y del carbón.
*** Texto públicado durante el BAFICI 2011 ***
Guión y Dirección: Michelangelo Frammartino.
Interpretes: Giuseppe Fuda, Bruno Timpano y Nazareno Timpano.
Fotografía: Andrea Locatelli.
Música: Paolo Benvenutti.
Montaje: Benni Atria y Maurizio Grillo.
Nacionalidad y año: Italia, Suiza, Alemania - 2010.
Duración: 104 minutos
Duración: 104 minutos


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