sábado, 21 de enero de 2012

George Clooney vuelve a la política

Política en 2D

 Secretos de estado (The Ides of March)

 Secretos de estado es un film sobre política, pero el meollo se posa en el inframundo de la construcción de lo comunicable, es decir lo que se quiere transmitir a la población y al votante acerca del candidato. Ese mundo, como muchos otros, no es limpio y sus actores son los encargados de mantener los engranajes del perverso sistema. George Clooney, en su opus cuatro como realizador, se encomienda la tarea de hacer un recorrido por todos los lugares comunes de la inmoralidad de una campaña, aquí la de un precandidato demócrata en la recta final de las primarias para saber si tiene los votos necesarios o no para competir en las elecciones presidenciales.

La esperanza de una nueva posibilidad para que el partido demócrata vuelva a tomar las riendas recae en un idealista que posee todas las variables de la perfección liberal, Mike Morris, interpretado en modo piloto automático por George Clooney. Es la representación de lo pulcro pero más importante aún, es el tipo que trae la revolución bajo el brazo. El segundo al mando de la campaña, Stephen Myers (Ryan Gosling), contratado por el experimentado Paul Zara (Philip Seymour Hoffman), cree con devoción y fervor en Morris y no teme expresárselo a cualquiera. Incluso a una periodista del New York Times (un papelito de Marisa Tomei), que sin ser muy sutil en sus diálogos adelanta en pocas líneas todo lo que le sucederá al inocente Stephen.

Morris parece tener todo para llegar a la Casa Blanca, a excepción de unos cuantos votos para doblegar a su rival en las próximas internas de Ohio. Esa instancia es la que pone a prueba la lealtad de Stephen ante una propuesta indecente, la inocencia del personaje ante situaciones comunes de la política chocan contra lo que parecía un joven, ambicioso y algo curtido. Ni hablar cuando la subtrama romántica con una pasante (Evan Rachel Wood) lo estampen contra el suelo del idealismo que lo tenía enceguecido. Es en este punto de inflexión en el que Clooney escribe su estado de decepción con la administración Obama y el partido demócrata.

Ese desencanto de Clooney -abanderado progre de los artistas estadounidenses- es expuesto con cierta torpeza en el manejo de las herramientas del lenguaje cinematográfico. Especialmente por la decisión de un deliberado uso del plano – contraplano casi televisivo, no hay perspectivas y no hay puntos de fuga, todo está condensado a los rostros y a las palabras de los personajes, como si algo un poco más ambicioso a esa puesta acartonada pudiese distraer al espectador. Los diálogos directos y faltos de sutileza en momentos claves se adjuntan a esa chatura visual, en total contraposición al oscuro y punzante Buenas noches, buena suerte, segunda película del Clooney director. Sin embargo, lo extraño es que sensorialmente este film es entretenido y se sostiene gracias a un pulso rítmico ajustado. Posiblemente se deba a la estructura narrativa genérica a la que está anclada la historia, que funciona como un aliado para que Clooney dibuje una línea recta y galope como un caballo con anteojeras, hacia la segunda mitad Secretos de estado se afirma como un thriller seco sin pausas.

Como resultado queda un hibrido entre postulación de un estado de las cosas (la administración actual demócrata) y una inmoralidad propia de las campañas políticas. En cualquiera de las dos veredas la película falla. En el primero de los casos no hay un desmenuzamiento reflexivo sino una especie de vertido en un cesto de basura, como si fuera un plato que salió mal, no hay reflexión sobre lo sucedido. En segundo lugar, la cocina de la política es algo archiconocido que sólo podría funcionar si se tratara de un testimonio o de una biografía, no funciona con nombres genéricos o simples menciones de partidos políticos. Ese estado de las cosas que preocupan al director, pareciera que puede ser denunciado cuando en el plano final vemos a Stephen Myers a punto de abrir la boca para contestar una respuesta para un programa de TV, ya es tarde, pasaron noventa y pico de minutos de metraje. Un final a contrapelo del final de El estudiante, la mejor película sobre política de estos últimos tiempos.


Dirección: George Clooney
Guión: Grant Heslov, Beau Willmon y George Clooney
Fotografía: Phedon Papamichael
Edición: Stephen Mirrione
Música: Alexandre Desplat
Interpretes: Ryan Gosling, George Clooney, Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti y Evan Rachel Wood
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2011
Duración: 101 minutos

Trailer

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