martes, 28 de febrero de 2012

Crítica - Cine

Por el carril de la nostalgia


Drive (Drive)

No hay nada que sorprenda en Drive, dicho esto en el mejor de los sentidos. Su propuesta no es otra que evocar los ochenta, a partir de los títulos en un color rosado y una tipografía que emula el manuscrito en cursiva y la canción influenciada claramente por el uso de sintetizadores, más la nocturnidad y urbanidad de Los Ángeles a lo Michael Mann en Thief . Estas variables confluyen en una recuperación positiva de la época que se hace hoy en día, en términos cinematográficos.

El postulado ochentoso tiene como columna vertebral al protagonista que -a lo western- no tiene identidad. Es un doble de riesgo en escenas de acción automovilísticas y mecánico de un taller de día pero de noche es un conductor experto que lleva a ladrones de poca monta a realizar sus atracos. Su rictus inmutable y la poca información que se brinda sobre él lo convierten en un interrogante, aunque como todo héroe de acción tiene un punto débil. Por un lado su jefe oficia el papel paterno interpretado por el gran Bryan Cranston de la serie Breaking Bad y Malcolm in the Middle. Por otro una joven, Irene (Carey Mulligan, una de las hermanas Bennett de Orgullo y prejuicio) y su pequeño hijo, a los que conoce por casualidad. Ambos mundos colisionan y develan ese misterio que encierra el piloto en la expresión rígida de su rostro.

Todo en Drive es pequeño pero hecho a escala, incluso los malos -que parecen muy malos- representan a un tipo de villanos que no durarían ni dos minutos en por ejemplo Misión: imposible, porque la ambición y el objetivo es limitado o más bien, terrenal. De la misma manera sucede con el objetivo del protagonista. Bajo ningún concepto es peyorativa esta afirmación, el director Winding Refn sabe desde donde parte y hacia donde va. No hay secuencias largas de acción, todos los momentos de mayor adrenalina son compactos y remiten a un espíritu minimalista alejado del cine de acción más comercial. La fortaleza está en la construcción de los personajes y en la relación melodramática entre el conductor e Irene y el pasado no dicho explícitamente que une al propio conductor con su jefe. Es perfectamente identificable en el protagonista una serie de elementos que remiten al código samurai o al western, que están en lo monocorde de sus diálogos, en la idea de vestir un uniforme que lo representa, en la defensa de un honor y de la justicia.

Los aspectos técnicos de Drive exhiben un trabajo también marcado por el aire ochentoso que resulta hipnótico, en el que están sumido los aspectos más artísticos. Particularmente el aspecto sonoro es digno de ser apreciado en un buen cine o con un buen home theater, destacándose la gran persecución, que dramáticamente marca el punto de inflexión del personaje principal. Lejos de una puesta de cámara nerviosa a lo Bourne, las acciones transcurren dentro de un rectángulo de realidad que convergen en un contexto tangible. La actuación de acero de Ryan Gosling, en este su primer film de acción, está justificada de algún modo por el registro de héroe urbano y de carne y hueso que representa. El único rastro de humor se halla en la composición de Ron Perlman, al que le sienta cómodo su traje de villano, no así a Albert Brooks, quien acentúa con demasiado enfásis algunos de sus diálogos cruciales, en especial en el último acto de la película.

Signada por la recuperación de una década que es todavía tildada de infame, Drive sale a la calle en tiempos de homenajes al cine, porque su afición y gusto por los ochenta no está enmarcado en lo intertextual sino en rasgos genéricos y en formulas clásicas sobre el camino del héroe, ese que indefectiblemente tiene un punto de partida y un punto de llegada en un recorrido circular. Lo que sorprende de Drive es que no intenta sorprender: conocemos sus cartas, sabemos que tiene para ganarnos y sin embargo dejamos que despliegue su pequeño pero seductor juego hasta el final. 


Dirección: Nicolas Winding Refn
Guión: Hossein Amini sobre una novela de James Sallis
Fotografía: Newton Thomas Sigel
Edición: Mat Newman
Música: Cliff Martinez
Intérpretes: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Ron Perlman y Albert Brooks
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2011
Duración: 100 minutos

Esta es la secuencia de títulos del film

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