lunes, 12 de marzo de 2012

Cine - Crítica

La hipérbole de los 80


Caracortada (Scarface) - reestreno -

Como otros films de los ochenta, Scarface tuvo una resignificación receptiva a partir de la generación del VHS, que destacó diferentes operaciones formales que fueron eclipsadas por el exceso y la hiperbólica atmósfera de la historia como únicas disposiciones alertadas por la crítica más conservadora de entonces. En un comienzo, esa crítica y los ejecutivos de los estudios veían con buenos ojos la remake del film de Howard Hawks, que sólo iba a incorporar el color como única variante. La llegada de Sidney Lumet como director cambió radicalmente el proyecto y propuso trasladar la historia al Miami contemporáneo y su problemática inmigratoria con los cubanos, el estudio aprobó esta idea y contrato de inmediato a Oliver Stone para que escribiera el guión. Se sabe que Stone sumó la cuestión de la cocaína como variable central de su guión, el primer borrador decepcionó tanto a Sidney Lumet que abandonó el film, los productores volvieron a recurrir a Brian de Palma - la primera opción por pedido de Martin Bregman, el productor, y Al Pacino -.  

La idea de De Palma para codificar la clásica historia de un ascenso y caída de un personaje con las materialidades de su cine se ensambló con el audaz guión de Oliver Stone. Aparecen cualidades formales depalmianas como el uso del plano secuencia en la escena del motel y la “transacción” con los colombianos, es la primera escena en la que se pone en juego el valor y el fuego que despide Tony Montana hasta ese entonces tan sólo con palabras. Porque matar a Rebenga en el centro de detención estuvo motivado por la posibilidad de salir libre y con la green card en mano, en cambio matar a los colombianos en el motel le dio la chapa para integrarse al mundo organizado del hampa. Otras escenas como la muerte de Omar en Bolivia, también demuestran la virulencia de un Tony encendido por la búsqueda del éxito express, ese hecho también marca la capacidad de De Palma de exhibir violencia a partir de la muerte por sí misma sin adosamientos de primeros planos. Esa panorámica de Omar colgado del helicóptero contiene una sordidez opuesta en la filmografía de De Palma, la obscenidad de la que siempre se le acusó aquí está en un pequeño recorte del cuadro, casi que se infiere, lo que significa esa muerte es lo que genera la repulsión que por ejemplo en Doble de cuerpo figuraba en primer plano, por ejemplo en esa escena del inmenso taladro que atravesaba a la pobre mujer y al techo.

De Palma en Caracortada reafirma su título de cineasta manierista, su cine tiene suculentas capas que permiten desde lo formal comprender no sólo el estado urgente de una época, aquí la de la inmigración cubana y/o latina en EE.UU. más el flagelo de la cocaína en plena expansión y envolverlo en un paquete hiperbólico. Incluso el personaje de Tony, que podría ser bien obtuso con el único objetivo de convertirse en un tipo rico y poderoso, es tridimensional. La relación con su madre y su hermana, por la que tiene un deseo oscuro, se resume en esa secuencia en la que él se reencuentra con ellas, lo que supone un hecho feliz termina en una humillación para un Tony que es echado a patadas de la casa. Finalmente, en la secuencia de la bomba cuando decide no matar a su objetivo (más bien el objetivo de Sosa) cae su maldición, esa única gota de misericordia es lo que termina por condenarlo. Más allá de la interpretación caricaturesca de Pacino, que de otra manera no hubiera funcionado, el personaje demuestra otras aristas pero que se articulan con esa obsesión y codicia desenfrenada que figuran en un primer plano.

Caracortada es uno de esos films que no complacen a una masa o a un sistema pero que tampoco se autocomplacen sino que enuncia un estado de situación urgente como el de la inmigración cubana y el del desbordamiento del tráfico de cocaina y además logra confluir con todo ello una premisa clásica sobre apogeo y caída de un hombre. Sólo Brian de Palma podría acordonar un guión preocupado por esas cuestiones otorgándole una sustancia estilística ultra personal, embebido en un manierismo plástico que el autor pudo prolongar en las dos décadas siguientes hasta incluso hoy en día.   

Dirección: Brian De Palma
Guión: Oliver Stone
Fotografía: John A. Alonzo
Edición: Jerry Greenberg y David Ray
Música: Giorgio Moroder
Intérpretes: Al Pacino, Michelle Pfeiffer, Steven Bauer, Robert Loggia y F. Murray Abraham
Nacionalidad y año: EE.UU. - 1983
Duración: 170 minutos

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