miércoles, 18 de abril de 2012

Cine - Crítica (BAFICI 2012, Días 6 -7, Martes 17 - Miércoles 18 de abril)



Salsipuedes (Argentina) de Mariano Luque, 66 minutos. Competencia Argentina.

En Salsipuedes la violencia está elidida pero su aire está en cada paso, la pareja que está de vacaciones, en lo que se supone para descansar y pasarla bien, tiene varias resquebrajaduras. Rafa es claramente un golpeador pero nunca lo vemos golpear, los rastros de su vil comportamiento están en las huellas de sus actos hacia Carmen. Sin acudir al didactismo pueril o a la militancia bulliciosa, el debutante Mariano Luque apoya su relato en un manto de detalles y de pequeñas situaciones que, sin embargo, no siempre se resuelven con atino por falta de timing o por diálogos mal ejecutados. También lo que se desprende es una suerte de pesimismo sobre la institución matrimonial o por el concubinato, que aparece en ciertos latigazos verbales de Rafa que los pronuncia cínicamente hacia una Carmen abrumada, no sólo por estas actitudes sino por lo que está fuera, eso que venía acumulado antes de las vacaciones. No todo funciona en Salsipuedes (título que juega con el nombre del pueblo y del desespero) la humillación sistematizada pierde el relieve cuando se la plantea casi siempre desde la provocación, esa que él necesita para descargar su violencia contenida en palabras. Esta ópera prima, como principal virtud, explota la atmósfera contradictoria de una pareja venida a pedazos en un lugar que el imaginario social supone para descansar de los problemas y de las tensiones. Su mayor falencia está en el aplomo de una cámara inestable y desubicada para los acontecimientos que se desarrollan.        
Puntaje: 6/10















Los últimos cristeros (México -  Holanda) de Matías Meyer, 94 minutos. Cine del futuro.

Si hay un género por antonomasia es el western, no necesita de diálogos ni de estructuras narrativas, puede haber sólo narración en vez de historia y si muestra los lugares comunes (desierto, hombres a caballo, bandidos, tabernas, etc.) ya basta para reconocerlo. En esta suerte de film entre actos nucleares, Meyer se mete con los últimos años de la guerrilla mexicana a fines de los años veinte, siguiendo a puñado de obstinados cristeros por el desierto que peregrinan como soldados de fe y también de una esperanza adormilada y golpeada por varios años de lucha incansable y poco fructífera. Lo religioso, o más bien lo espiritual, es lo que moviliza a estos hombres para resistir la embestida de un gobierno autoritario - de nula existencia física, más que alguna carta extorsionadora hacia al grupo -. La puesta de cámara cae en la inevitable tentación de exhibir -en clave cinéfila- el poder majestuoso que tiene el desierto y la naturaleza de esas tierras pero lo interesante es que se anima al uso dramático del primer plano frontal, ese que intimida e interpela en una sala de cine. En cuanto a rigor histórico, el film, aparenta un desapego que no es tal, ya que su fuente es la novela Rescoldo, los últimos cristeros de Antonio Estrada, otra influencia posible de adjuntar es la de ese gran libro El poder y la gloria de Graham Greene. La fineza sonora y musical, genérica también, se alían para conformar una grata sorpresa, como lo fue ese maravilloso y atípico western presentado el año pasado: Meek's Cutoff de Kelly Reichardt. 
Puntaje: 8/10



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