Salsipuedes (Argentina)
de Mariano Luque, 66 minutos. Competencia Argentina.
En Salsipuedes la violencia está elidida pero
su aire está en cada paso, la pareja que está de vacaciones, en lo que se
supone para descansar y pasarla bien, tiene varias resquebrajaduras. Rafa es
claramente un golpeador pero nunca lo vemos golpear, los rastros de su vil
comportamiento están en las huellas de sus actos hacia Carmen. Sin acudir al
didactismo pueril o a la militancia bulliciosa, el debutante Mariano Luque apoya
su relato en un manto de detalles y de pequeñas situaciones que, sin embargo,
no siempre se resuelven con atino por falta de timing o por diálogos mal
ejecutados. También lo que se desprende es una suerte de pesimismo sobre la
institución matrimonial o por el concubinato, que aparece en ciertos latigazos
verbales de Rafa que los pronuncia cínicamente hacia una Carmen abrumada, no
sólo por estas actitudes sino por lo que está fuera, eso que venía acumulado
antes de las vacaciones. No todo funciona en Salsipuedes (título que
juega con el nombre del pueblo y del desespero) la humillación sistematizada
pierde el relieve cuando se la plantea casi siempre desde la provocación, esa
que él necesita para descargar su violencia contenida en palabras. Esta ópera
prima, como principal virtud, explota la atmósfera contradictoria de una pareja
venida a pedazos en un lugar que el imaginario social supone para descansar de
los problemas y de las tensiones. Su mayor falencia está en el aplomo de una
cámara inestable y desubicada para los acontecimientos que se desarrollan.
Puntaje: 6/10
Los últimos cristeros (México - Holanda) de Matías Meyer, 94 minutos. Cine
del futuro.
Si hay un género por antonomasia es el western, no
necesita de diálogos ni de estructuras narrativas, puede haber sólo narración
en vez de historia y si muestra los lugares comunes (desierto, hombres a
caballo, bandidos, tabernas, etc.) ya basta para reconocerlo. En esta suerte de
film entre actos nucleares, Meyer se mete con los últimos años de la guerrilla
mexicana a fines de los años veinte, siguiendo a puñado de obstinados cristeros
por el desierto que peregrinan como soldados de fe y también de una
esperanza adormilada y golpeada por varios años de lucha incansable y poco
fructífera. Lo religioso, o más bien lo espiritual, es lo que moviliza a estos
hombres para resistir la embestida de un gobierno autoritario - de nula existencia
física, más que alguna carta extorsionadora hacia al grupo -. La puesta de
cámara cae en la inevitable tentación de exhibir -en clave cinéfila- el poder
majestuoso que tiene el desierto y la naturaleza de esas tierras pero lo
interesante es que se anima al uso dramático del primer plano frontal, ese que intimida e
interpela en una sala de cine. En cuanto a rigor histórico, el film, aparenta
un desapego que no es tal, ya que su fuente es la novela Rescoldo, los últimos
cristeros de Antonio Estrada, otra influencia posible de adjuntar es la de
ese gran libro El poder y la gloria de Graham Greene. La fineza sonora y
musical, genérica también, se alían para conformar una grata sorpresa,
como lo fue ese maravilloso y atípico western presentado el año
pasado: Meek's Cutoff de Kelly Reichardt.
Puntaje: 8/10
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