Masterplan (Argentina) de
Diego y Pablo Levy, 87 minutos. Competencia Argentina.
En un veloz aprovechamiento de la repercusión obtenida
en el pasado BAFICI y en su reciente estreno comercial de Novias, madrinas,
15 años los hermanos Levy se lanzan de lleno a la ficción y lo hacen sin
descuidar marcas enunciadas en su ópera prima. En una pequeña y torpe estafa
con una tarjeta de crédito que sale mal, en apariencia, Mariano debe deshacerse
de su único tesoro: un Siam DiTella en estado impecable, dejándolo en la vía pública
para reportarlo como robado. Sumado a ello está el miedo de un hombre que
decide dar un paso adelante en su vida, mudándose con su agradable novia y el
halo de paranoia por no haberse esfumado la sensación de peligro por la estafa
del inicio. En la dualidad del desprendimiento material del auto y el desenmascaramiento
del timo, Mariano encuentra en un homeless que ha ocupado el auto, una
bocanada de respiro en un mundo que parece acorralarlo. Algunos signos técnicos
de amateurismo atentan contra el ritmo propuesto, como los casos de algunos
paneos con poca profundidad de campo fuera de foco o la longitud temporal
excesiva de algunos planos. Finalmente lo que queda es una comedia clásica
sobre un personaje al que la adición de pequeños sucesos conforma toda una gran
tragedia personal clásica y génerica, lo cual deja para pensar que su presencia
en este Festival se reduce al bajo presupuesto del film y no a los contenidos
artísticos.
Puntaje: 7/10
Nocturnos (Argentina) de
Edgardo Cozarinsky, 63 minutos. Travelling.
No hay forma de no hipnotizarse por el prólogo de Nocturnos,
el más reciente film de Cozarinsky, es que sus imágenes sobre una noche que se
asoma en la ciudad de Buenos Aires se concatenan con la excepcional música de
Ulises Conti y su mandolina estridente. En este inicio las palabras en off
funcionan como mantras en esa ciudad anaranjada hasta llegar a Luis, quien como
un fantasma se pliega a la nocturnidad, transita las calles como en un carro de
travelling, "fui más allá de las luces de la ciudad" dice mientras
también reflexiona y hace flashbacks internos y externos, como en esa pelea que
recuerda al parar en un semáforo que tuvo alguna vez en ese lugar con su ex
- novia. El camino está compuesto por bandoneones, bares y zonas perfectamente
identificables: San Telmo, Once, Recoleta, etc. y especies nocturnas que están
en su hábitat. Imposible de no conectar todos estos elemenos con Fantasmas
de Tanger o Ronda nocturna (trabajos previos del director), este
trayecto del cine de Conzarinsky pierde el rumbo cuando estaciona en la ficción
más ficcionalizada, en ese flashback mencionado el quiebre es el más seco por
ser el más prolongado y descontextualizado con el resto de la obra. Hay también
un desvío en las imágenes de archivo de otros films, que se agolpan a las
producidas por Cozarinsky con una marca de agua. El propósito de tal recurso se
explica hacia el final de este film, que resulta trunco entre el poderío visual
- musical y los recursos poéticos de las palabras que se desvanecen sin
importar demasiado.
Puntaje: 5/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario