El drama vuelve a la política

Boss (Boss)
Boss
llega para ocupar el espacio vacante del drama político, dejado hace algunos
años por The West Wing, esa
maravillosa serie sobre la interna de la Casa Blanca. Hubo otros intentos,
fallidos, como Commander in Chief
protagonizada por la hoy desaparecida de las pantallas, Geena Davis, para cubrir
ese hueco ficcional de una TV que hoy busca una salida del desgastado policial
que proliferó con muchas ramas a comienzos del 2000. Hoy casi todos los
productos policiales están en la recta final de sus vidas útiles: CSI y sus
filiales de Miami y Nueva York, Criminal
Minds – copia burda de la anterior -, Bones
y la única sobreviviente de la franquicia La
Ley y el orden, su costado más sordido que es la Unidad de Víctimas Especiales. Por eso es que el panorama de un
lenguaje, en Estados Unidos al menos, que plantea ir hacia el lado de lo
fántastico para hasta tener éxito hacen de un drama realista una jugada
arriesgada para cualquier canal. Game of
Thrones, The Walking Dead y el
reciente estreno de Once Upon a Time son
los ejemplos claros de la preferencia de los espectadores en este último
tiempo, en el que le dieron la espalda a series más terrenales como Luck de Michael Mann con los
protagónicos de figuras como Dustin Hoffman y Nick Nolte finalizó luego de un
puñado de episodios por el bajísimo rating.
Esta nueva serie, protagonizada y producida por
Kelsey Grammer (Frasier) comienza con
un personaje en un punto crucial en su vida, dentro de un cuarto enorme y
vacío, una médica le informa que tiene una enfermedad degenerativa e
irreversible. Sin inmutarse, él escucha absolutamente todos los datos e
indicaciones que durante un par de minutos larguísimos le da esta profesional,
la cámara con atino cinematográfico se acerca casi imperceptiblemente sobre el
rostro de roca de este pobre hombre, quien al final de la secuencia descubrimos
que es el Alcalde de Chicago. Esa atmosfera de cine que se siente en estos
primeros minutos y que se prolonga por todo el capítulo, en gran parte se debe
a la dirección de Gus Van Sant (Elephant
-2004-), quien también produce la
serie. Planos a la altura del hombro del personaje, muy a lo setentas, granos
duros en la imagen y climas lumínicos acompañados de una música clásica fría,
todos estas variables confluyen en un estilo de autor insospechado para la
esquemática estética de una serie televisiva regular.
En el transcurrir de este primer capítulo, el
alcalde Tom Kane muestra su cintura para resolver problemas como el de un
concejal latino que tiene una especie de puntero, que sin autorización se manifiesta en TV
en contra de Kane, quien literalmente le tira de la oreja al concejal dentro
del despacho frente a sus asesores y guardaespaldas. Fuera del ámbito político
y ejecutivo, la vida personal de Kane se ve a cuenta gotas pero basta para
notar una tensa calma, en especial entre la relación entre él y su hija, una
voluntaria de una iglesia de la ciudad. Sus dos desencuentros enuncian la rispidez
del nexo, en primer lugar el padre llama a la iglesia pero ella no puede
atender, en la devolución de la llamada él está comprando indiscretamente, en
el medio de la noche y de un parque, sus remedios para la enfermedad que la
habían diagnosticado en el inicio de la historia.
Toda la construcción de este personaje
tridimensional, por sus diferentes vetas y aspas por descubrir, es la
construcción de una pantalla y de sus bambalinas. Narrativamente esta primera
entrega ofrece un abanico de personajes y de situaciones ricas (tanto la
primaria como las secundarias), que en esta instancia se las puede percibir como
un gran ovillo a punto de desatarse.
Creador: Farhad Safinia
Productores: Peter Giuliano, Kelsey Grammer, Farhad Safinia, Gus Van Sant, Richard Levine y Lynne Greene
Intérpretes: Kelsey Grammer, Connie Nielsen, Hannah Ware y Kathleen Robertson
Intérpretes: Kelsey Grammer, Connie Nielsen, Hannah Ware y Kathleen Robertson
Duración: 48 minutos (sin comerciales)
Canal - día y horario: TNT - Jueves 22 hs
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