El final que la saga no merece
El
caballero de la noche asciende (The Dark Knight Rises)
Hay una
sensación de pereza en esta última parte del Batman de Nolan, como si la opción
más sencilla, en el orden temático, hubiera sido tratar simplemente de anudar cabos -que bien habían quedado suspendidos- de las dos entregas anteriores. Peor aún,
incluso pareciera que desata hasta aquellos nudos que bien atados estaban. El
pasado está representado por la muerte de Harvey Dent, una herida que no parece sanar en algunos personajes. La primera frase del film es: "I believed in Havey Dent" (Yo creía en Harvey Dent) dicha por el pobre Gordon, que sostiene la mentira después de ocho años de los sucesos trágicos que obligaron a Batman a pasar a la clandestinidad. Además vuelve a instaurarse, en el clima de la historia, la figura de Ra's Al
Ghul y toda la carga ideológica que significa la presencia de la tan temida Liga de la sombras.
Esa
oscuridad en la que parece estar sumido Bruce Wayne, tras ocho años de
ostracismo, dura poco lamentablemente. Apenas aparece en pantalla ya sabemos
que no le quedará otra que calzarse el traje de Batman. Si bien Nolan respeta
su propia idea de centrar la historia sobre la figura de Bruce Wayne y dejar
a Batman como una consecuencia, siente
la obligación de sacar al encapotado de su cueva y darle al público lo que
quiere. Incluso todo lo que rodea a la caída de Wayne como figura de una
sociedad que parece haberle dado la espalda, como lo hizo con Batman, se disipa
en cuestión de un puñado de escenas. El multimillonario desempolva su
baticueva, sus autos y ya está en un banquete presto a codearse con el mundo
más conservador, ese que parece vivir en una especie de Belle Epoque, y así es porque lo que se avecina es una guerra.
Quien
parece estar más cercana en la línea del villano poderoso tanto en
fortaleza física como en inteligencia es Selina Kyle, una ladrona interpretada con mucha contención por
parte de la gran Anne Hathaway. Este personaje con pocas líneas convence y
seduce a Wayne / Batman, dejándolo en off side en casi todos sus duelos
verbales y físicos tal como lo hacía el Guasón, salvando igualmente las distancias con la interpretación que realizó Heath Ledger de ese personaje. Sin embargo Hathaway demuestra que podría haberse puesto sobre sus hombros todo el film como antagonista del héroe. En la vereda opuesta está Bane,
personaje unidimensional que aparenta tener un gran plan maestro. Su fuerza, a
diferencia de los villanos anteriores, está en un ejército de parias y
mercenarios. El villano tarda en mostrar sus cartas y eso
demora el arranque del film, que de entrada busca hacer pie a partir de grandes escenas de
acción, mucho diálogo solemne y por sobre todo una gran cantidad de líneas
argumentales dispersas. Ejemplo claro, la de la mencionada Selina Kyle (nunca se la
nombra como Gatubela) y toda su motivación. También la de John Blake (el joven policía idealista) y sus similitudes con Wayne y por último la subtrama de
Miranda Tate, una empresaria de corazón ecologista.
El
descontrol de la dispersión argumental de Nolan lleva las puntas de los ovillos
a callejones narrativos sin salida: la vuelta de tuerca -que hasta este punto
de la saga no había sido necesaria-, el falso final y el final-final previsible
a partir de algunas elucubraciones que pueden hacerse gracias a los diálogos.
Si de diálgos hablamos, la solemnidad por la que siempre raspó esta saga -que poco
importó en la obra maestra El caballero de la noche- acá termina por
desbarrancar, tantos los buenos, los buenos aparentes, los buenos que vienen y que
van como los malos hablan en un mismo código, ese que busca dejar marcas
indelebles por su pomposidad y articulación quirúrgica.
Al menos en
El origen (la más reciente obra faraónica del director) las imágenes
sorprendían y hacían pensar en un nuevo nivel de la pugna entre lo filmado y lo
construido en una isla de edición, nada eso ocurre aquí, todo es incluso menos de lo
mismo. La primera escena de acción, a los pocos minutos, es un gran ataque
a un avión de la CIA para salvar a Bane y es además la primera señal
de alarma porque si recordamos la gran escena del robo al banco en El
caballero de la noche, los diálogos lideraban el sendero de la narración
hasta dar con la presentación del Guasón. Bane es presentado a partir de un
efectismo sustituyente de lo dramatico, en una pretensión de ser más grande y espectacular a partir de la adrenalina y no a partir de una
acción progresiva.
Tan paria
es esta película que ni siquiera es posible reconocer ninguna de las locaciones
de la Ciudad Gótica de esta saga, que se entiende es una ciudad ficticia, pero
ninguno de los edificios apropiados de otras ciudades se ven como clásicos, ni
siquiera el edificio de Wayne Entrerprises aparece de la misma manera que en
los dos films anteriores. Esto que parece una anécdota, contribuye a la ruptura
atmosférica con los dos tercios de la saga. Tanto el espíritu de los
personajes, de la narración, de la música -que está simplemente para magnificar
las escenas de acción-, de la oscuridad -dramática como fotográficamente- y de la épica historia moderna construida están ausentes,
en lo que es probablemente el peor cierre de una trilogía por no decir el más
decepcionante.
Dirección: Christopher Nolan
Guión: Jonathan Nolan, Christopher Nolan sobre una historia de David S. Goyer y Christopher Nolan
Fotografía: Wally Pfister
Edición: Lee Smith
Música: Hans Zimmer Edición: Lee Smith
Intérpretes: Christian Bale, Michael Caine, Gary Oldman, Anne Hathaway, Tom Hardy, Marion Cotillard, Joseph Gordon Levitt y Morgan Freeman
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2012
Duración: 164 minutos
Trailer
1 comentario:
Concuerdo con tu crítica una decepción aunque me parece que el trono de villano quedó desierto, esta Gatubela me sabió insipida como agua mineral.
Gaby
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