lunes, 11 de febrero de 2013

Cine - Crítica

Licencias
por José Tripodero

Lo imposible (The Impossible)

Dirección: Juan Antonio Bayona 
Guión: Sergio G. Sánchez sobre la verdadera historia de María Belon
Intérpretes: Naomi Watts, Ewan McGregor, Tom Holland y Geraldine Chaplin
Fotografía: Óscar Faura
Montaje: Elena Ruiz
Música: Fernando Velázquez
Nacionalidad y año: España. - 2012, Duración: 114'

Es irritante que muchas veces veamos como Hollywood toma historias reales de otros países para adaptarlas a su idiosincrasia, mucho peor es cuando productores extranjeros facilitan el camino al regalar sus historias para entrar a un mercado anglosajón, el cual se cree más masivo o que puede tener una perspectiva económica potable. El caso de Lo imposible responde a esto último, una producción española toma el desastre natural del tsunami del 2004 vivido en carne propia por María Belon y su familia pero con una primera licencia; las nacionalidades fueron cambiadas, los personajes ahora son ingleses de vacaciones en Tailandia y no españoles, gentilicio que le pertenece a los sobrevivientes de la tragedia. No es la única licencia que se toma el catalán Juan Antonio Bayona (El orfanato), ya que la verdadera María es abogada y no médica, como el personaje que interpreta Naomi Watts -es evidente, diría cualquier docente de guión- que para que la historia funcione dramáticamente es preferible que sea una médica y no un personaje con otra profesión. Producto de estos cambios, no menores, es que surge la desconfianza ante los hechos que resumen la catástrofe, particularmente la reconstrucción del momento del tsunami que arrasa con todo. En la película, cuando llegan las olas gigantes la familia se encuentra disgregada alrededor del exclusivo resort en el que se hospedan; María agarra con fuerza un libro y se apoya contra una pared de vidrio, mientras que su marido Henry (Quique en la vida real) y sus tres hijos están en la pileta a metros del mar. María y su hijo Lucas logran reencontrarse minutos después y con una inundación asesina, nada sabemos de los otros dos niños ni de Henry.

El relato hace su juego y se posa sobre lo emotivo, la capacidad de supervivencia del hombre ante un acontecimiento que sobrepasa lo extraordinario. Sin embargo, la traición de los productores con los verdaderos sobrevivientes, al que sólo le respetan los nombres (aunque muchos están traducidos al inglés) quiebra el estatuto de lo creíble por más que las olas gigantes y el agua no hayan sido reemplazadas por CGI. En definitiva lo que gana es la desconfianza y el pensamiento sobre el potencial perdido, ni hablar de los clichés del género catástrofe entre los que se destaca la clásica situación del personaje que se creía muerto pero no, aquí tal situación se replica en más de una oportunidad. Lo imposible, a pesar de todas estas licencias, se convirtió en el film más visto en la historia de la taquilla española pero en EE.UU. apenas recaudó unos 15 millones de dólares, lo que significa un tibio interés por parte del público. La licencia (o canallada) final muestra a un hombre que dice: "hola, soy un representante de una de las mejores aseguradoras de EE.UU." o mejor dicho de parte de los únicos capaces de ofrecer semejante solidaridad. Si esto último sucedió o no, llegado a este punto ya no importa demasiado. 

 

Trailer

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