sábado, 2 de marzo de 2013

Cine - Crítica

La perversión más perversa
por José Tripodero

Amour

Dirección y Guión: Michael Haneke
Intérpretes: Jean-Louis Trintignant, Emanuelle Riva e Isabelle Huppert 
Fotografía: Darious Khondji
Montaje: Nadie Muse, Monika Willi
Nacionalidad y año: Austria, Francia, Alemania - 2012, Duración: 127'

Esta nueva entrega de la saga de la crueldad, por parte del alemán Michael Haneke, es la más canalla, por empezar por el título -¿irónico?- que eligió: Amour. Su manera de retratar las últimas semanas de una mujer octogenaria enferma y el espejo de ello en la vida de su marido, es patético. ¿Por qué es patético? Porque utiliza a sus personajes para mostrar una supuesta miseria o impotencia ante situaciones que los desbordan. El resumen de la perversión de Amour está en la escena en la que Emanuelle Riva es bañada por una enfermera mientras su marido, atónito, mira a unos metros, la cámara no duda en posarse fijamente sobre el cuerpo desnudo de la mujer (repito) octogenaria que ocasionalmente gime por el dolor. Segunda escena para argumentar el patetismo de Haneke y es la del cachetazo. La enfermedad del personaje de Riva se agudiza y su marido no tiene una mejor idea que despedir a la enfermera (también en una manera humillante) y hacerse cargo de la agonía de su mujer. El ¿pobre? hombre tiene que darle de tomar agua, antes que se deshidrate pero ella le escupe en la cara, él le propina un cachetazo limpio en la cara y pide perdón unos segundos después.

Haneke no necesita justificar las acciones de su personaje principal, aunque lo primero que dice el personaje de Riva (refiriéndose a su marido) es: “a veces eres un monstruo”, con un tono suave que parecería tener un hilo en la conversación que ambos mantenían. Quién no haya visto algún film de este realizador podría tener la leve esperanza de encontrarse, en estos primeros minutos, con una historia entre dos viejos que alcanzaron la madurez profesional (ambos son profesores de música retirados) pero se encuentran en un punto de no retorno en el matrimonio. Bueno no, nada de eso. Ese inicio prometedor se difumina con el correr de los minutos y la perversión se agudiza como la enfermedad de la pobre mujer. Si algunos ven esto como el simple final de una vida que “irá empeorando hasta que se detenga” (palabras del protagonista a su hija preocupada) también hay que decir que esa estrategia utilizada de la inacción, que es dejar que las “cosas” fluyan”, se cae a pedazos porque el mismo marido toma una iniciativa y decide por sobre esa vida. Ahí está la perversión más perversa y la mentira más mentirosa, la de un falso reposo que algunos críticos han festejado por tratarse de un film laico, en cuanto a la mirada que se tiene sobre la muerte, por abstenerse de ideologías religiosas.

Amour es la broma más salvaje de Haneke, es su oda al desprecio por lo emocional expedido en esa frase mencionada sobre el orden natural, que todo llega a un final inevitable y no hay nada que podamos hacer al respecto, tan sólo contemplar y aguantársela  Así como el cine de Alejandro Gónzalez Iñarritu genera odio y desprecio en gran parte de la crítica (y merecido lo tiene) llama la atención que un director como Haneke tenga siempre a mano la defensa de los intelectuales. Más llamativo es, aún, que haya tenido semejante consenso en la prensa, en los festivales (recordemos ganó la Palma de Oro 2012 en Cannes) y en las premiaciones; ganó desde el Globo de Oro pasando por el BAFTA, el César y muchos más, coronando el domingo pasado su vasta cosecha con el Oscar que significó la bendición de Hollywood. Ah, me olvidaba que la fotografía es fantástica, especialmente por el uso de los ángulos de la casa, el movimiento de los personajes dentro de un plano fijo y… claro que importa, ¿no?


Trailer 

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