por José Tripodero
Dirección: Fisher Stevens
Guión: Noah Haidle
Intérpretes: Al Pacino, Christopher Walken, Alan Arkin y Julianna Margulies
Fotografía: Michael Grady
Música: Lyle Workman
Montaje: Mark Livolsi
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2012, Duración: 93'
Hay
películas que (re) posan todas sus expectativas en una sola variable, ese
podría ser el caso de Tres tipos duros
(título que dista mucho del original). He aquí la historia de dos amigos de
toda la vida. Uno de ellos, Val (Al
Pacino) sale de prisión luego de 28 años y el otro, Doc (Christopher Walken) es
el que lo espera para darle la bienvenida. Al Pacino sigue con su cara de Al
Pacino de estos últimos años; o sea ojeroso, con los pelos de punta y esa sensación
de no haberse bañado en el último mes, mientras que Christopher Walken luce más cansado que de
costumbre y encorvado. Su personaje es la cara opuesta, prefiere dormir temprano
y pintar salidas del sol antes que parrandear. Doc, detrás de su camaradería
esconde algo y Val como viejo lobo lo sabe. Que haya estado casi tres décadas
en prisión no es arbitrario, hubo un robo que salió mal del cual no vemos nada
y sólo tenemos retazos orales, este hecho será crucial en el resto de la trama.
La historia
toma el rumbo del vagabundeo, que es lo que practican estos personajes. Val
sabe que va a morir a manos de Doc, que no se decide aunque cuenta con un
tiempo límite para matarlo. Ese transitar cansino y ridículo de ambos por la
noche (en la que se desarrolla casi toda la historia), los lleva a un burdel, a
una disco, a un bar, a un hospital después que Val se bajó un frasco de Viagra,
a robar una auto deportivo de alta gama y a un geriátrico para rescatar a un
amigo que está peor de salud que ellos (Alan Arkin, el tercer “tipo” del
título) más otros sucesos iguales de vergonzosos. El relato clásico de un
anti-héroe casi acabado al que le quedan horas de vida y que planea usarlas
para “pasarla bien” tiene, aquí, un tono fantasmagórico por la presencia de
Pacino y Walken, quienes lucen como espectros caminantes por una nocturnidad algo
genérica. Si bien el humor es perezoso porque alude al tema de la vejez mal
llevada o al ridículo (la escena de la disco), promueve distención a la
gravedad vívida por los dos amigos, uno que asume su inevitable destino y el
otro que busca la salvación que lo ayude a superar el dilema.
Tres tipos duros es un film de fantasmas merodeadores, esos que
no terminan de aceptar su condición, que es hora de dar el siguiente paso. En
este discurrir nocturno, Pacino y Walken logran una química interesante por
algunos oneliners y no tanto por las
situaciones, que los hacen ver casi como personajes de videojuegos de
plataformas, que saltan de un nivel a otro. En la última secuencia, el director
Fisher Stevens no puede resistir la tentación de ponerle a sus actores armas en
las manos para que disparen a lo loco; una pistoleada intrusa sacada de otra
película.
Trailer
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