martes, 5 de marzo de 2013

Cine - Crítica

Una de fantasmas
por José Tripodero

Tres tipos duros (Stand Up Guys)

Dirección: Fisher Stevens 
Guión: Noah Haidle 
Intérpretes: Al Pacino, Christopher Walken, Alan Arkin y Julianna Margulies 
Fotografía: Michael Grady
Música: Lyle Workman
Montaje: Mark Livolsi
Nacionalidad y año: EE.UU. - 2012, Duración: 93' 

Hay películas que (re) posan todas sus expectativas en una sola variable, ese podría ser el caso de Tres tipos duros (título que dista mucho del original). He aquí la historia de dos amigos de toda la vida.  Uno de ellos, Val (Al Pacino) sale de prisión luego de 28 años y el otro, Doc (Christopher Walken) es el que lo espera para darle la bienvenida. Al Pacino sigue con su cara de Al Pacino de estos últimos años; o sea ojeroso, con los pelos de punta y esa sensación de no haberse bañado en el último mes, mientras que  Christopher Walken luce más cansado que de costumbre y encorvado. Su personaje es la cara opuesta, prefiere dormir temprano y pintar salidas del sol antes que parrandear. Doc, detrás de su camaradería esconde algo y Val como viejo lobo lo sabe. Que haya estado casi tres décadas en prisión no es arbitrario, hubo un robo que salió mal del cual no vemos nada y sólo tenemos retazos orales, este hecho será crucial en el resto de la trama.

La historia toma el rumbo del vagabundeo, que es lo que practican estos personajes. Val sabe que va a morir a manos de Doc, que no se decide aunque cuenta con un tiempo límite para matarlo. Ese transitar cansino y ridículo de ambos por la noche (en la que se desarrolla casi toda la historia), los lleva a un burdel, a una disco, a un bar, a un hospital después que Val se bajó un frasco de Viagra, a robar una auto deportivo de alta gama y a un geriátrico para rescatar a un amigo que está peor de salud que ellos (Alan Arkin, el tercer “tipo” del título) más otros sucesos iguales de vergonzosos. El relato clásico de un anti-héroe casi acabado al que le quedan horas de vida y que planea usarlas para “pasarla bien” tiene, aquí, un tono fantasmagórico por la presencia de Pacino y Walken, quienes lucen como espectros caminantes por una nocturnidad algo genérica. Si bien el humor es perezoso porque alude al tema de la vejez mal llevada o al ridículo (la escena de la disco), promueve distención a la gravedad vívida por los dos amigos, uno que asume su inevitable destino y el otro que busca la salvación que lo ayude a superar el dilema.

Tres tipos duros es un film de fantasmas merodeadores, esos que no terminan de aceptar su condición, que es hora de dar el siguiente paso. En este discurrir nocturno, Pacino y Walken logran una química interesante por algunos oneliners y no tanto por las situaciones, que los hacen ver casi como personajes de videojuegos de plataformas, que saltan de un nivel a otro. En la última secuencia, el director Fisher Stevens no puede resistir la tentación de ponerle a sus actores armas en las manos para que disparen a lo loco; una pistoleada intrusa sacada de otra película.  


Trailer


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