Somnífero de patriotas
por José Tripodero
Dirección: Kenneth Branagh
Guión: Adam Cozad, David Koepp
Fotografía: Harris Zambarloukos
Montaje: Martin Walsh
Música: Patrick Doyle
Intérpretes: Chris Pine, Kevin Costner, Kenneth Branagh, Keira Knightley
Nacionalidad y año: Estados Unidos, Rusia - 2014 Duración: 105'
Tom
Clancy, fallecido hace unos meses, supo convertir en best-sellers de aventuras
las andanzas de un tal Jack Ryan, personaje con perfil psicológico ejemplar
para los ojos de los Estados Unidos: universitario, militar y patriota. La
particularidad de Clancy, dentro de la literatura de espionaje, fue la de poner
en primer plano -ya desde La caza al
Octubre Rojo- los mecanismos de la CIA y el revoloteo de la corrupción de
un solo hombre, cuanto mucho un puñado, pero nunca del organismo de seguridad,
algo que también había que proteger porque como sucede con las instituciones,
especialmente las confeccionadas para salvaguardar los intereses propios “en el
mundo fuera de los Estados Unidos”, estas funcionan perfectamente hasta que
germina la semilla podrida. No es casual que tanto en Peligro inminente como en Juego
de patriotas, el que enciende la mecha del desmadre sea siempre un
“in-house man”, la idea del enemigo adentro que tanto apasiona y desvela a la
arista más conspiranoide en Estados
Unidos. Después de dos sobrias transposiciones, ambas protagonizadas por
Harrison Ford (indiscutiblemente el mejor Ryan), es llamativo que La suma de todos los miedos (ya con Ben
Affleck reemplazando a Ford) no haya funcionado del todo, tratándose de un film
sobre un mega atentado posible en Estados Unidos, estrenada a menos de un año
del atentado al Word Trade Center. Precisamente, sobre esos eventos se posa Jack Ryan: Código Sombra.
El
joven Jack Ryan (Chris Pine) estudia en Gran Bretaña y se entera de la terrible
noticia: su país está siendo atacado por terroristas, sin dudarlo se enlista
como militar de combate, su fortuna lo destina a Afganistán, herido regresa a
su hogar, que lo encuentra con una propuesta que le cambiará su vida: entrar a
la CIA, de la mano del veterano Harper (Kevin Costner, quien vive por estos
tiempos un interesante revival). En lo que parecía el final de su carrera
militar, está el comienzo de una nueva vida en la CIA. Lo que siempre se evitó
en los noventa con las películas de Ford parece ser una recurrencia torpe en
los dos intentos por devolverle algo de magia a los Ryan del siglo XXI, que es
la de volver a los rusos, no se trata de autores literarios, sino de los malos
más malos del mundo, los que todavía bajo ideas algo arcaicas pretenden dominar
al resto de la humanidad. Como buen ruso falso en estas producciones aparece
nada menos que el director de este reboot
(no precuela, como algunos
clasificaron), el británico Kenneth Branagh, quien logra impostar un acento
aceptable y gestos de un villano a la vieja escuela.
Código Sombra: Jack Ryan (vaya uno a saber por qué “código sombra”)
representa en varios aspectos una nostalgia rancia por el cine de espionaje y
acción de los noventa (una década que proveyó films intensos, entretenidos y
hasta arriesgados gracias al gran Tony Scott). Aquí, a diferencia del díptico
de Ford, se busca enaltecer ese oxímoron de la “inteligencia militar”, símbolo
de una única opción potable para acabar con los peores villanos que habitan el
mundo pero a la vez de una lealtad con la que no se puede romper, ese valor
–supuestamente- noble es resaltado más de una vez, por si alguno dejó pasar las
primeras muestras sobre “defender a tu país” y cosas por el estilo, algo que el
cine estadounidense parecía haber dejado en el arcón de la chabacanería de los
80’s. Lo peor es que esta versión del “analista” Jack Ryan es aburrida, pesada
y falta de acción pura, la carencia de estos valores son los que la crítica
anglófila perdona en pos de los otros “valores”, los ya enumerados; que
empalagan la vista, los oídos y el gusto por el verdaderamente noble cine de
aventuras y espionaje. Hoy por hoy el mejor Jack es Reacher, de quien esperamos
una secuela pronto.

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