lunes, 3 de febrero de 2014

Cine - Crítica

En el box como en la vida
por José Tripodero

Ajuste de cuentas (Grudge Match)

Dirección: Peter Segal
Guión: Tim Kelleher, Rodney Rothman
Fotografía: Dean Semler
Montaje: William Kerr
Música: Trevor Rabin
Intérpretes: Sylvester Stallone, Robert De Niro, Kim Basinger, Kevin Hart, Alan Arkin, Jon Bernthal 
Nacionalidad y año: Estados Unidos - 2013 Duración: 113'

Cada uno por su lado, De Niro y Stallone, en los últimos años ha hecho de la autoconciencia un motor de sus últimos films. El actor de Buenos Muchachos lleva más de una década riéndose de sí mismo (aunque esa risa no provenga recíprocamente del público) y del estereotipo de mafioso que representa su sola figura en escena, sus trabajos son arriesgados por forzar los límites de esa mirada meta, que lo llevaron a hacer probablemente los momentos más ridículos en su carrera, casos Showtime y Analízate, por nombrar un par de ejemplos. Stallone con la saga Los Indestructibles supo organizar, no sólo desde su rol protagónico sino también desde la producción e incluso la dirección, un revival fresco, en términos generales, de estrellas del cine de acción algo devaluadas, aunque también con nuevos exponentes del género.

En primer lugar hay que reconocer que, en Ajuste de Cuentas, Peter Segal no se tienta en hacer un duelo pueril entre Jake LaMotta y Rocky Balboa, más allá de los soportes publicitarios que sí apuntaron los cañones hacía la relación más obvia entre esos personajes míticos. Inevitablemente al tratarse de un film de boxeo, sostenido por la presencia de sus actores principales, tiene que tejerse una disputa más allá de los límites del cuadrilátero. El odio entre ambos tiene una historia de treinta años, cada uno venció al otro en una ocasión y una tercera pelea definitoria quedó en el olvido cuando “Razor” Sharp (Stallone) se retiró, lo que dejó a un “Kid” McDonnen (De Niro) convertido en una queja ambulante. Cada uno representa, también, una antítesis actual del otro, mientras el primero vive de su antiguo empleo en una fábrica (como si se tratara de Rocky a la inversa), el otro es dueño de una concesionaria y un bar. La rutina de “Razor” se desestructura por lo que la pelea tan mentada cobra cierto carácter tangible en un futuro cercano.

Las similitudes aparentes que podemos encontrar en el perfil de “Razor” con el personaje de Rocky Balboa, se disipan luego del primer acto porque Stallone construye un papel más cercano al signo de estos tiempos, el de la crisis económica de los Estados Unidos pero con espacio para la autoparodia. Su entrenador (Alan Arkin, encasillado positivamente como viejito cascarrabias inimputable) lo sorprende antes de darle un golpe a una res, en clara alusión a la primera Rocky, de la cual se desprendía por contexto en una escena fantástica desde el punto de vista formal, por tratarse de un personaje en segundo plano detrás de una periodista, en la pantalla del televisor que veía el entrenador de Apollo Creed, allí se precisaba el hambre de gloria de alguien que no tenía nada para perder, la nobleza del partener (que busca subvertir el concepto de su propia figura) en busca de una hazaña. En Ajuste de Cuentas esta cita funciona a medias, ya que la torpeza de Segal hace que ese señalamiento esté en primer plano a la vista de todos, el tono de Arkin y la mirada de Sly son las que moldean este chiste que se hubiera perdido en manos de otros intérpretes. Precisamente, la química entre ambos es la que sostiene la mitad del film, la otra expone a un De Niro (junto al mundo de su personaje) desenfrenado en una interpretación estrechamente ligada a la vergüenza ajena, probablemente en un nivel más bajo del subsuelo alcanzado por sus recientes apariciones en Ultimo Viaje a Las Vegas, por ejemplo. En el duelo actoral, Stallone se muestra más cómodo -en el ecosistema del perdedor de la vida pero alegre sin mucho que reprocharse- frente a una leyenda de la actuación que por estos tiempos escupe sus líneas, se arriesga a cualquier vacío interpretativo y, en el mejor de los casos, deja entrever su oficio acuñado por una filmografía siempre digna de revisitar. 




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