Dirección: Peter Segal
Guión: Tim Kelleher, Rodney Rothman
Fotografía: Dean Semler
Fotografía: Dean Semler
Montaje: William Kerr
Música: Trevor Rabin
Intérpretes: Sylvester Stallone, Robert De Niro, Kim Basinger, Kevin Hart, Alan Arkin, Jon Bernthal
Nacionalidad y año: Estados Unidos - 2013 Duración: 113'
Cada uno por su lado, De Niro y
Stallone, en los últimos años ha hecho de la autoconciencia un motor de sus
últimos films. El actor de Buenos
Muchachos lleva más de una década riéndose de sí mismo (aunque esa risa no provenga
recíprocamente del público) y del estereotipo de mafioso que representa su sola
figura en escena, sus trabajos son arriesgados por forzar los límites de esa
mirada meta, que lo llevaron a hacer probablemente los momentos más ridículos
en su carrera, casos Showtime y Analízate, por nombrar un par de
ejemplos. Stallone con la saga Los
Indestructibles supo organizar, no sólo desde su rol protagónico sino
también desde la producción e incluso la dirección, un revival fresco, en
términos generales, de estrellas del cine de acción algo devaluadas, aunque
también con nuevos exponentes del género.
En primer lugar hay que reconocer que, en Ajuste de Cuentas, Peter Segal no se tienta en hacer un duelo pueril entre Jake LaMotta y Rocky Balboa, más allá de los soportes publicitarios que sí apuntaron los cañones hacía la relación más obvia entre esos personajes míticos. Inevitablemente al tratarse de un film de boxeo, sostenido por la presencia de sus actores principales, tiene que tejerse una disputa más allá de los límites del cuadrilátero. El odio entre ambos tiene una historia de treinta años, cada uno venció al otro en una ocasión y una tercera pelea definitoria quedó en el olvido cuando “Razor” Sharp (Stallone) se retiró, lo que dejó a un “Kid” McDonnen (De Niro) convertido en una queja ambulante. Cada uno representa, también, una antítesis actual del otro, mientras el primero vive de su antiguo empleo en una fábrica (como si se tratara de Rocky a la inversa), el otro es dueño de una concesionaria y un bar. La rutina de “Razor” se desestructura por lo que la pelea tan mentada cobra cierto carácter tangible en un futuro cercano.
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