lunes, 21 de abril de 2014

Cine - Crítica

Atmósfera vampírica
por José Tripodero

El Día Trajo la Oscuridad 

Dirección: Martín Desalvo
Guión: Josefina Trotta
Fotografía: Nicolás Trovato
Montaje: Andrés Tambornino
Música: Jorge Chikiar
Intérpretes: Mora Recalde, Romina Paula, Pablo Caramelo, Luciano Suardi, Marta Lubos
Nacionalidad y año: Argentina - 2013 Duración: 76'

Lejos de los De la Vega, los García Bogliano y todo el terror sin alma del cine nacional aparece el sol con El Día Trajo la Oscuridad. Una película que entiende de climas, atmósferas y situaciones implícitas antes que de un vacuo efectismo visual de gore y sonoridades estridentes para remarcar ferozmente lo que el dramatismo de las historias no puede subyugar en el espectador. El terror comienza con el contexto: Patagonia, campo, cabaña, tardes azuladas y un puñado de familiares. Anabel (la actriz y dramaturga Romina Paula) llega enferma a la casa de su tío médico Emilio, ausente para asistir en la ciudad sobre un brote de rabia, en la vivienda sólo está su prima, Virginia (Mora Recalde). Emilio es el clásico científico-médico-investigador que pretende dilucidar el misterio de un brote, virus o lo que sea que se desarrolle, aunque aquí lo privilegiado no es un principio de apocalipsis o de miedo que acecha a una sociedad sino la relación trastocada entre miembros de una familia y el desvelamiento de una sensualidad escondida.


Siguiendo el tono de los climas más que de la carne del terror menos ambicioso, el director Martín Desalvo aplica la estrategia de la sugerencia y es por eso que el erotismo tiene el impacto que sustituye a los mecanismos más conservadores del género. Claro que el erotismo, como sugerencia de la atracción sexual, es un motivo de los films vampíricos, que en EDTLO operan, también, para montar un ambiente de ensueño como cualidad notable.


Inquietante pequeño film de terror (presentado el año pasado en los festivales de Mar del Plata y Buenos Aires) que oscila entre los interiores bien claustrofóbicos, nutridos por el trasfondo familiar, y los exteriores bien aprovechados de un bosque pesadillesco, mezclados con los climas creados por el propio peso del dramatismo de una historia que parece quedarse sin resto para resolver el desenlace, en un mismo tono austero, simple y sugerente. A pesar de ello el resultado es una ilustración opuesta al panorama y a la creencia del deber ser de un cine de terror nacional, ese que solo espera construir su camino bañado en cinefilia. 


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