Mar del Plata 2014: Camino a la perfección
El 29º
Festival Internacional de Cine de Mar del Plata no es una edición más del único
festival de clase A de Latinoamérica, es la celebración de los 60 años de este
acontecimiento anual para el cine de la región si no que es también la
reconfirmación de un espacio preocupado por la diversidad de sus películas más
que por la coyuntura, una prioridad dejada bien lejos en el tiempo.
Es casi imposible resistirse al carisma de
José Martínez Suárez, el presidente del festival, quien deambula por las largas
colas formadas para comprar entradas en los cines mientras reparte los Caro
Diario del día, incluso recomendándole películas a los asistentes menos
informados. Lo cierto es que esa desinformación podría ser más una
desorientación ante tamaña oferta, las secciones disparan la atención hacia diferentes
coordenadas. Además de las secciones de competencia (Internacional, Latinoamericana,
Argentina) hay otras que por ocasionales resultan todavía más interesantes: el
caso de las restauraciones de los films mudos de Alfred Hitchcock, exhibidos
con música en vivo o del rescate más grande de los últimos años: El acto en
cuestión de Alejandro Agresti, una de las películas perdidas más lamentadas
del cine argentino contemporáneo, gracias a la gente de Haciendo Cine y la distribuidora Z Films se logró recuperar
lo que muchos consideran la Citizen Kane nacional. Incluso secciones
como Panorama Argentino permite (re) descubrir algunas películas que
serpentearon otros festivales nacionales e internacionales del 2014, como por
ejemplo Reimon de Rodrigo Moreno o Atlántida de la cordobesa Inés
María Barrionuevo, una de las sorpresas de este año.
Las competencias, tanto la internacional como
la argentina, refuerzan la idea de un cambio profundo en estas secciones, ya
que en ediciones anteriores dejaban más decepciones que aciertos. En la Competencia
Argentina brillaron El cinco de Talleres, lo nuevo de Adrián Biniez (Gigante)
y Pistas para volver a casa opus dos de Jazmín Stuart (el primero en
solitario). La primera cuenta la historia de un jugador de fútbol mediocre de
un equipo de cuarta división, que respira los últimos instantes en su profesión,
con la cabeza puesta en el futuro cercano. Biniez logra trastocar una situación
dramática en una comedia tensa, en la que el fútbol se presenta como el
contorno de la historia, probablemente la única estrategia para hacer una
película sobre un deporte negado de ser representado en el cine. La segunda, es
un rompecabezas sanguíneo de dos hermanos (Érica Rivas y Juan Minujín) al borde
de los cuarenta envueltos en una situación extraordinaria (al menos para sus
vidas) luego de llegar al hospital de un pueblo del interior bonaerense por la
internación del padre (Hugo Arana). Lo que se inicia como un peso más en la
miseria cotidiana de estos personajes se transforma en una aventura que se
bifurca entre lo lúdico y lo familiar. Una de héroes grises con la sobriedad
del género y un manejo tonal de los momentos que aduce una filiación temática
con el cine de Wes Anderson.
La Competencia Internacional presentó varias
citas imperdibles, entre ellas Le chambre bleue, lo nuevo de Mathieuc
Amalric (Tourneé), La historia de
un amor intenso basado en una novela de Georges Simenon, relatada en forma no
lineal, con ideas y vueltas en el tiempo que cambia el rol de los personajes
porque los muestra adúlteros y luego no en ese estado. Amalric logra dosificar
la violencia verbal en una película que se desnuda sin timidez. En La vida
de alguien, Ezequiel Acuña realiza un “grandes éxitos” de sus temas y
personajes recurrentes, las evidencias de Excursiones, Como un avión
estrellado, Nadar solo se advierten fácticamente pero más que nada
se sienten en la atmósfera músical, algo que no podrían faltar nunca en sus
películas. Alive de Park Jungbum (guionista de la brillante Memories
of Murder) construye un dramón faraónico a partir de una tragedia personal, que no por
ello debería representar una muerte, sino lo que le sucede aquí al
protagonista: el deambular por la fría cotidianidad de encontrar un trabajo
estable con un tiempo límite, antes de que llegue el crudo invierno coreano. Al
hallar un empleo, en una planta sojera, se ve rodeado de soñadores que chocan
contra su pragmatismo del día a día.
El panorama argentino, además de las películas
mencionadas, ofreció una gran sorpresa: No estás solo en esto de la crítica
de cine Milagros Amondaray, creadora del blog Cinescalas, el cual forma
parte de la plataforma de blogs de la página del diario La Nación. Es
prácticamente imposible explicar la historia de este documental sin hablar de
los dos estadios previos de Cinescalas. El primero es el post de la
película El lado luminoso de la vida, el cual marcó el quiebre del
espacio nacido en 2010, allí se generó la simbiosis más sanguínea con sus
lectores, los que rápidamente pasaron a llamarse cinescaleros, de esa asociación
se pasó en muchos casos a amistades muy profundas. El mayor de los méritos de
Amondaray en Cinescalas está en su participación activa en las charlas,
en los comentarios, en los debates espontáneos e incluso en la incorporación de
consignas sugeridas, en total contraste con los creadores de los blogs que no
se hacen eco del feedback potable que generan sus propios espacios. El segundo es
la edición del libro Démosle un buen final a esta historia (2013) que
reunió los post escritos por Amondaray para su blog y que prácticamente se
encuentra agotado. La película sobre el fenómeno 2.0 era el siguiente paso,
urgente y necesario, allí el alma matter de toda esta hermosa locura
sale a la calle y casi como una roadtrip se encuentra cara a cara con muchos de
sus seguidores y, muchos de ellos, ya amigos. Un tour que incluye paradas en San
Antonio de Areco, Rosario, Córdoba y Tafí Viejo. Probablemente el film más
luminoso del festival, que además por el costado plantea una manera dialéctica
de repensar una inflexión posible de la crítica de cine, despojada de cinismo y
cargada de necesaria subjetividad.
En otras secciones ocasionales pero no menos
importantes como Autores se vieron lo nuevo de Abel Ferrara (Pasolini,
en la piel de Willem Dafoe), de Hal Hartley (Ned Rifle), de Bruno Dumont
(P’Tit Quintin) y de Xavier Dolan (Mommy, ganadora del premio a
mejor director en Cannes de este año).
En Busco mi destino se pudo disfrutar
de Before I Dissapear de Shawn Christensen, un relato pesadillesco
cubierto por las fronteras neoyorkinas que puntea los acordes de la Nueva
Comedia Americana y la tensión de los films más rockeros de Martin
Scorsese. Juana a los 12 de Martín Shanly expone la imaginación
desmesurada de una niña en el opaco contexto represivo de una escuela bilingüe
del norte bonaerense y de una familia algo disfuncional. Todo este coctel se
desordena en la historia, ofreciendo así un resultado algo caótico que culmina
con una secuencia onírica algo desencajada para articular con lo anterior. Voley,
de Martín Piroyansky evidencia algo de crudeza en la búsqueda de maduración del
actor en su pasaje a la dirección, los restos de la fallida Abril en Nueva
York (su ópera prima) salen a la luz de esta historia que oscila entre la
comedia más recatada y más salvaje sin escalas intermedias. Hora cero le dio
la bienvenida a viejos conocidos del festival, como Takashi Miike y su
nuevo descerebre llamado Over Your Dead Body, historia mezcladora del
teatro kabuki con rasgos fantásticos. En Confetti of the Mind se ve en
forma de compilado casi todos los cortos del español Nacho Vigalondo, director
de culto, quien también presentó Open Windows, su primer largo en inglés
con las participaciones de Elijah Wood y Sasha Grey. Wyrwood de Kiah
Roache-Turner hace de ebullición nostálgica sobre el ozplotation que
inundó el cine de los 70 y dio a conocer a muchos exponentes australianos,
desde George Miller hasta Russel Mulcahy, sin embargo esta operación de
recuerdo funciona como correlato mientras vemos a un grupo de sobrevivientes
huir de zombies, una vez más pero con la inflexión necesaria para seguir la
historia con cierto interés de ver los devenires de estos cazadores en el outback
australiano.
Entre los invitados especiales es urgente
destacar la presencia de la gran directora francesa Claire Denis, quien deleitó
con una “charla con maestros” como así también con parte de su vasta
filmografía y la presentación de su última película, el mediometraje Voilà L’enchainement.
La retrospectiva incluyó S’en fout la mort, Bella tarea, Sangre Canibal y
35 rhums, entre muchas otras. La decepción llegó de la mano a de Paul
Schrader, el mítico guionista de Taxi Driver y Toro salvaje,
quien se mostró como un espectro de lo que verdaderamente representa para la
historia del cine. Apareció en una charla, tan enojado con la industria (a la
que alimentó y que desde hace tiempo le niega un lugar) como rencoroso con sus
¿ex? amigos directores. Las preguntas sobre su relación con Martin Scorsese
simplemente dispararon bombas contra el director de Buenos muchachos, al
que calificó de ser “un hombre más preocupado por el dinero que por el arte”.
Así mismo hizo un hincapié furibundo a la escalada de las plataformas digitales
como las únicas para la distribución de cine y series, algo que resultó
sospechoso ya que sus nuevos trabajos se presentarán bajo esta nueva modalidad.
También evitó responder preguntas sobre su último escándalo: su expulsión de la
sala de montaje de su nueva película Dying of the Light, solo atinó a
decir: “Ya no es mí película, me la quitaron”.
La peor película del festival fue, sin dudas, Birdman,
lo último de Alejandro González Iñarritu, probablemente una de las
protagonistas de los próximos premios Oscar. Aquí el director de las
vergonzosas Amores perros y Biutiful, ofrece una añejísima
lectura sobre “el arte verdadero” y el “arte de hoy” o sea las transposiciones
de superhéroes, idea que aparece macabramente presentada por la interpretación
meta de Michael Keaton de un actor, en la búsqueda de ser aceptado en el mundo
del teatro (el lenguaje verdaderamente artístico según el patán de Iñarritu) mientras
acarrea el pasado oscuro (también según el director) de haber puesto su rostro
al superhéroe del título. Un pasado que se inscribe en la propia carrera de
Keaton. Pretenciosa en lo visual, como toda la filmografía del mexicano, pisa
firme desde la concepción de un plano secuencia “mentiroso” que funciona bajo
la dinámica de una historia sin interrupciones, con una puesta en escena que
bordea lo publicitario (en el peor de los sentidos), un lenguaje que no le es
ajeno a AGI. Hiperbólica y grosera, Birdman se para en el edificio más
alto del snobismo para señalar y poner en discusión lecturas que ya no se
discuten más, mucho menos desde la perspectiva de alguien como este personaje
del cine más ramplón.
El 29º Festival Internacional de Mar Del Plata
también es un evento que funciona a la perfección para la presentación de
libros, es así que encontramos la antología de críticas de la famosa
publicación Film Comment, la que incluye textos de Andrew Sarris, Kent
Jones, Scott Foundas (presente en el festival) y otras plumas importantes.
Textos que van desde el repaso de la carrera de Orson Welles, con motivo de su
fallecimiento, hasta uno de Foundas
sobre Bastardos sin gloria de Quentin Tarantino. El proyecto fue
concebido por el crítico chileno-catalán Manu Yañez Murillo y editado por el
festival. Otro de los libros interesantes que se presentó fue el del crítico y
cineasta Nicolás Prividera, El país del cine: para una historia del nuevo
cine argentino, en el que despliega toda su impronta polémica, que suele
discurrirse en el sitio Ojos abiertos que dirige el también crítico y
docente cordobés Roger Koza.
Desde hace varias ediciones, el festival de
Mar Del Plata tiene las cualidades para fortalecerse y ambicionar por más en la
escena festivalera mundial. La articulación películas del panorama más actual
con la recuperación de películas locales e internacionales funciona para atraer
la diversidad más pura, asociada a las visitas escuetas pero sumamente
aprovechables como así también la publicación de textos urgentes (un aspecto en
el que cayó violentamente el BAFICI). Mención aparte para el corto
institucional de Esteban Sapir, que resume con nostalgia y luz en tono de
homenaje a los 60 años de un festival que no conoce de techos, sino más bien de
cielos.
Lista de ganadores:
Astor de Oro a la Mejor
película: Come to My Voice, de Hüseyin Karabey
–Turquía/Francia/Alemania-
Astor de Plata al Mejor Director: Mathieu
Amalric por La Chambre bleue -Francia-
Astor de
Plata al Mejor Guión: Le meraviglie, de Alice
Rohrwacher –Italia-
Astor de Plata al Mejor Actor: Park Jungbum, por
Alive, de Park Jungbum - Corea del Sur-
Astor
de Plata a la Mejor Actriz: Negar Javaherian por
Melbourne, de Nima Javidi –Irán-
Mención
Especial a la Fotografía: Cavalo Dinheiro, de Pedro
Costa -Brasil-
Competencia
Latinoamericana
Mejor
Largometraje: Branco Sai preto Fica,
de Adirley Queirós –Brasil-
Mejor
Cortometraje: Naranjas, de Iván D.
Gaona -Colombia-
Competencia
Argentina
Mejor
Largometraje: Su realidad, de Mariano
Galperin
Mejor Director de
Largometraje: Adrián Biniez por El 5 de
Talleres
Mejor
Cortometraje: Zombies, de Sebastián
Dietsch
Mejor Director de Cortometraje: Gastón
Siriczman por Nueve
segundos
Work In Progress: Mejor
Proyecto Soley, de Manuel Abramovich
1ra Mención Especial: Veredas, de
Fernando Cricenti
2da Mención Especial: Madre de los
dioses, de Pablo Agüero